Estiré mi cuerpo al bajar el último escalón y bostezando a la vez y mientras caminaba a la cocina pensaba en qué desayunar y tal vez de una dejarle algo listo a Ovidio, aunque después recordé que había llegado tomado y probablemente tenga resaca.
Qué sería bueno preparar...
— ¡Leah, buenos y amanecidos días! — brinqué del susto al escuchar a Óscar hablar.
— ¡Dios mío, mierda! — voltee a verlo con la mano en mi pecho y otra en mi barriga — Me asustaste.
— Sii, ya lo noté. — rio — Tranquila, soy yo, no se te vaya a salir la criatura del susto y luego Ovidio va a incendiar medio Sinaloa por mí culpa.
Suspiré. — Cómo sea... Qué haces despierto, más bien, ¿Vas a desayunar?
— ¿Te olvidas que estoy a cargo de su seguridad? Peero sip. Meramente a eso vine. — dijo observando por dentro el refrigerador.
— Haré huevo a la mexicana, no sé si te guste.
— Claro, pero... — alzó una ollita donde había guisado anteriormente — Ayer alcancé a probar esta tinga y como vi que ni tú ni Ovidio comieron, no quise desperdiciar. — me reí — ¿O se comieron entre ustedes?
Borré mi sonrisa.
— No. — ahora yo abrí el refri buscando lo que ocuparía — Eres muy metiche, Óscar.
— Yo nomás decía. — alzó las manos — Y puedes decirme Panu, no te preocupes. Porque cuando me dicen Óscar, siento que mi mamá me está regañando.
— Te hace falta un regaño de tu madre, Panu.
— Si vieras como los pone, no dirías nada.
Negué. — Ovidio tomó ayer, ¿Verdad? — movió su mano dando entender un más o menos — Quería hacerle algo para que desayunara y se sintiera bien, pero seguramente se le va a enfriar para cuando despierte.
— Nombre, qué va. Si no tarda en despertar, eso no lo detiene y ni creas, mi compa despierta como si nada, como si lo que hubiera tomado fueran litros de agua. — achicó los ojos — Sabrá Dios que pacto tenga con el diablo.
— Bien, entonces creo que mejor voy empezando. — miré todos los ingredientes para tomar la verdura y picarla — ¿Te gustaría ayud...
— Que disfrutes tu almuerzo, iré a seguir mis labores. Chaito. — tomó el sartén y una botella de jugo para luego irse.
— Bueno... Más ayuda el que no estorba. — me alcé de hombros.
...
OVIDIO
Apagué la luz de mi oficina y cerré la puerta para comenzar a caminar hacia las escaleras. Froté con la yema de mis dedos mis ojos para así de alguna forma quitarme el sueño y cansancio unos minutos.
La habitación estaba "sola" por así decirlo, ya que oía perfectamente que Leah se encontraba dentro del baño seguramente se había terminado de bañar o ponerse sus menjurjes.
Sólo esperaba que no tardara mucho, de verdad necesitaba relajarme.
Me acosté a mitad de la cama para estirar mi cuerpo y poder esperar a que Leah acabara; cuando escuché que manipulaba la manija de la puerta empecé a tomar mi toalla y buscar unos bóxers limpios.
Pero al darme la vuelta para entrar al baño, me topé con Leah saliendo de este, luciendo un poco... ¿Diferente?
Estaba tan concentrada terminando de tejer su trenza sin dejar de caminar hacia la cama. La lencería marrón resaltaba de más sobre su piel y sobre la batita corta de encaje -que no dejaba nada a la imaginación- sobresalía su prominente barriga.
Admito que se veía muy sexy.
Al darse cuenta de mi presencia, me miró y dibujó una sonrisa comenzándose acercar; y con ello también una pequeña presión en mi miembro se asomaba.
— Buenas noches. — susurró.
Estando frente a mí extendió sus brazos y sus manos fueron a mi cara para acercarse y dejar un beso en mi mejilla, dejándome inmóvil. Me molestaba no poder reaccionar de otra manera.
Cuando estuvo a punto de separarse la detuve y deslicé mis manos sobre su cintura pegándola a mi cuerpo, ella pareció adivinar mis intenciones pues solo amplió su sonrisa lo que hizo que mi atención se centrara en sus labios.
Yo relamí los míos cuando esa vaga idea pasó por mi cabeza, quería hacerlo. Así que la tomé suavemente de su cuello juntando nuestras bocas, sellando un profundo y largo beso.
Por segunda vez estaba volviendo a probar sus labios.
Gracias a los movimientos de nuestros cuerpos, su bata comenzaba a deslizarse por sus hombros, así que me tomé el atrevimiento y le di un pequeño empujoncito para que terminara de caerse.
Hoy volvería a ser mía.
En nuestro propio lugar y sin dejar de besarnos la giré para ir hacia la cama, todo se detuvo cuando de pronto nos separamos al escuchar "Todo en orden" dentro de la habitación.
...
Cerré los ojos cuando la luz del sol me cegó al abrirlos de repente.
— Si tienen un oxxo cerca pasen a comprar algo si quieren, a mí me traen unos pingüinos, un paketaxo y fuzetea del morado, porfa.
No mamen.
— Copiado, pendientes.
Con un ojo abierto voltee a ver el radio para tomarlo y apagarlo.
Coloqué una almohada sobre mi cara para evitar la luz y a los pocos segundos volví a relajarme por ende recordando lo que acababa de soñar.
Juro que se sentía tan real.
Bruscamente quité la almohada sobre mí, aventándola fuera de la cama. Pero jadeé al sentir como había rosado con mi miembro en el trayecto.
Eché un vistazo rápido y en efecto, alguien más había despertado.
— Mierda.