13

2.3K 254 15
                                    

— No veo ni madres. — achicó sus ojos viendo la pantalla.

Susurré un "no seas grosero" a la vez que golpeé despacio su brazo.

— Es porque aún no paso el transductor por el vientre, señor Guzmán. — explicó.

— Ah... Sí. 

— No se preocupe, ahorita vamos a poder ver a su criatura. — dijo esparciendo el gel con el mismo aparato — A ver, vamos viendo.

No importara cuantas veces haya escuchado ese latido, siempre provocaba la misma sensación.

— Parece que todo está en orden. Esta creciendo bien.

Juro que ambos volvimos a respirar. Ovidio aferró más el dije a su mano, mientras yo agradecí.

— Y... ¿Qué es? ¿Niño? — sonrió.

— ¿O niña? — agregué.

— ¿Lo quieren saber ya o lo quieren en un sobre?

— Queremos saberlo ya. 

— Bien... Mmm. — continuó haciendo movimientos con el transductor en toda el área  — No, no deja verse.

— ¿Cómo? 

— Parece que su hijo o hija quiere hacerlo cardiaco. — bromeó.

— Cardiaco va a ser el paro que me va a venir dando si me sigue dando estas batallas.

— ¿Entonces? — pregunté.

— Pues tratándose del sexo, podría citarte dentro de una semana.

— ¡¿Una semana?! 

— Si es demasiado pronto, podrían ser dos semanas. O bien, hasta el otro mes. 

— La otra semana estaría bien. — sonreí. 

— Perfecto. La asistente te agendará en horario disponible. — me pasó algunos trozos de papel — Ya puedes limpiarte y ponerte de pie. 

Ovidio lo hizo por mí, desde limpiarme hasta ayudarme a pararme. Todo en completo silencio, mirando a un punto fijo de manera pensativa.

Ahora a este que le picó.

...

Por milésima vez en el día todo era silencio. La ¿Indiferencia? inestable de Ovidio comenzaba a molestarme totalmente.

— ¿Todo bien?

— Sí.

Suspiré.

— ¿Ahora a dónde iremos? — quise sacar plática.

— No lo sé. Dime tú. — su vista continuaba fija en el camino — Con eso que ahora tu decides lo que hay que hacer. 

— Pe... — bajé la mirada liberando aire.

No tenía chiste discutir. Ya no quería ceder.

Continué callada lo que restaba del camino, igual ya me estaba acostumbrando. El único problema era que quería llorar.

Al llegar a casa ni siquiera esperé a que me abriera la puerta como lo había estado haciendo. Rápido caminé a la puerta y a mi suerte esta no tenía seguro.

Al entrar noté que había gente adentro, pues se escuchaban voces al fondo. Pero la verdad no me importó, sólo quería llegar a la cama.

Ya me habían amargado el día desde muy temprano.

Abracé la almohada hundiendo mi cara en ella, liberando por fin ese sentimiento que traía ahogándome. 

Por un momento perdí la noción del tiempo y mis ojos hinchados comenzaban a pesarme. Mi parpadeo fue más frecuente hasta cerrar los ojos por completo.

Me había quedado dormida.

...

Me exalté al escuchar una voz detrás del radio, pero este mismo fue apagado inmediatamente. Entonces supe que estaba aquí en la habitación.

Entre abrí los ojos y lo primero que vi fue a el boca arriba con el radio en su pecho y las manos sobre él, mientras miraba el techo.

Empecé a moverme y estirarme así "despertándome", y pareció notarlo enseguida. Pues se sentó sobre la cama volteando hacia mí.

— Despertaste.

— ¿Qué hora es?. — dije entre bostezo.

— Son las cuatro. Aún es temprano. — asentí e imité su acción — Grisel está afuera.

— ¿A qué hora llegó? — si tenía suerte, no pasaría el resto del día tan incómoda con sólo él.

— Estaba aquí desde que llegamos. Vino por ti para ir a comprar ropa, ¿Lo recuerdas?

Mi rostro tomó color.

Qué vergüenza.

— ¿Por que no me despertaste antes? 

Empecé a buscar mis pantuflas con la mirada y estaba más que dispuesta a ponerme de pie, pero sentí su mano sostener la mía, obligándome a verlo.

— Tranquila, ella lo entiende. — sonrió — Quiso esperarte para que te preguntara si aún querías ir hoy o luego.

— No quiero quedar más mal. — dije quitándome de su agarre — ¿Puedes decirle que ya bajo?

Asintió. 

— Antes yo... Quería disculparme, Leah. — me miró diferente — De verdad, siento haberme comportado así contigo por una estupidez. Perdón.

— No pasa nada, Ovidio. Entiendo que te moleste tener que lidiar conmigo, pero...

— No digas eso, ¿Sí? — me interrumpió — Es sólo que... — suspiró — Ha sido todo muy rápido.

— Perdón si he sido infantil. — dije sincera.

— Perdóname tú a mí si me he estado comportando como pendejo. Sé que había dicho que nos teníamos que llevar bien; pero lo de tu universidad me puso nervioso, lo admito.

— ¿Nervioso?

— Tendremos que pasar más tiempo aquí. Yo no puedo estar tanto tiempo aquí en la ciudad.

— Puedo quedarme yo. Si llegara a pasar algo yo te lo diría.

Negó. 

— No te voy a dejar sola, Leah. Lo prometí. — hizo una mueca casi sonriendo — Además, no quiero separarme de ustedes. Quiero estar en todo el proceso.

— No te preocupes. Habrá una solución. — ahora yo puse mi mano sobre la de él.

— Sí. De eso me encargaré.

— Gracias.

Cambió su mueca a una sonrisa.

Ahora de nuevo había silencio. Aunque ya no era taan incómodo.

— Voy con Grisel. — avisé rompiendo la tensión.

— Anda, pues. 


Publico el siguiente después de los 85 votos 🫰🏻💖

Desconocidos - OGLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora