Dio un suspiro grande cuando se sentó a lado mío, permitiéndome percibir el olor a alcohol.
— Está demás decir que sé no fue de lo más correcto lo de la tarde. — miró al piso — Perdón.
— A mí no es a quién le debes una disculpa. — por inercia llevé una de mis manos a mi barriga — Fuiste muy cruel.
— Lo siento. Pero...
Quiso también tocar mi panza, pero me aparté a lo que él me vio confundido.
— No la quieres, ¿Cierto? — mi voz se entrecortaba.
Sí, iba a llorar.
— No es eso...
— Ajá. — me reí sarcásticamente — "Yo no quiero una niña", "Es que tu no entiendes, no puede ser una niña". — repetí sus palabras.
— Yo sé que no fue la mejor reacción de mi parte o no la que esperabas, pero tengo mis razones.
— Como sea, no me importa. Y aunque la bebé no haya sido planeada, no tenga papás con una relación normal o su papá la haga menos por ser mujer; yo sí la quiero, Ovidio. Si no quieres que estemos aquí perfecto, eso se arregla rápido.
— Maldita sea, Leah. No digas eso, que no es así. — dijo con cierto toque de molestia, pasando sus manos por su cabeza — Es que, ¿No te has puesto a pensar? Creo bien sabes que mi trabajo y el de mi familia no es el más normal y legal.
Sin voltear a verlo seguía escuchándolo.
Claro que sabía quién era desde que lo conocí, sabía lo que era y de dónde venía; eso nunca me impresionó e importó.
Él me había flechado desde ese día, pero en cambio yo para él no era lo mismo. Lo había dejado en claro.
Ahora, independientemente de eso tal vez tenía razón. En todo este tiempo no pensé acerca de ello, aunque eso no justificaba su rechazo.
— Así que, te imaginas a otra mujer... — sollozó tragando duro — A mí princesa viviendo en este mundo de armas y peligro.
— No tiene por qué ser así, podemos...
Negó. — Pero sé que no podemos ocultarle la realidad, Leah. Tarde o temprano va a ser consiente del mundo que la rodea. — suspiró entrecortadamente — Sabes, tengo miedo que pueda llegar temerme u odiarme cuando sepa a lo que papá se dedica.
— ¡Ovidio, no! No digas eso. — lo abracé inmediatamente — Cómo va a odiarte si vas a ser su papá... Su héroe.
— ¿Y si, sí lo hace?
— Noo. — negué — Creo que te estás yendo demasiado lejos. Además, estás algo tomado. — hice una mueca tratando de ocultar mi risa — No estás pensando claro.
— Los niños y los borrachos siempre dicen la verdad. — tomó mi mano con las suyas, acercándola a su pecho — Perdón, por favor perdóname ¿Sí?
Sonreí a medias. — Quizás pueda hacerlo.
— Ya no pienses en eso, por favor. — se recargó en mí cerrando los ojos — Ya no.
— Bien, ya no lo haré.
Esperé unos segundos para una respuesta de su parte, pero no fue así. Detenidamente lo observé cayendo en cuenta que su respiración era más calmada.
NARRADOR OMNIPRESENTE
— Ovidio... ¡Hey! — susurró — Tienes que ir a bañarte.
Por su parte, Ovidio dio un bostezo mientras volvía a despertar y se reincorporaba.
— Cierto. No tardo.
Se puso de pie empezando a caminar hacia el baño, antes tomando una playera y pants que estaban sobre una silla. Leah suspiró profundamente al segundo que lo miró entrar.
Tenía entendido que no serían una pareja como ante los ojos de sus familias, pero ¿Siempre sería así? Cada que algo no le parezca a Ovidio tendría que reaccionar así, dejándola confundida sobre pensando las cosas para luego llegar solamente pidiendo perdón "solucionar" todo.
¿En qué diablos se había metido? Pensaba.
Prefirió por lo pronto dejar el tema por la paz, igual ya estaba más adentro que afuera y probablemente aceptar su nueva e inesperada vida por su hija.
Todo era muy diferente a lo que aquella niña imaginó alguna vez.
¿Para bien o para mal?
Se volvió a tumbar acostándose de lado, dándole la espalda al otro lado vacío de la cama.
En cuestión de minutos sus ojos se entrecerraban al estar luchando contra el sueño así perdiendo la noción del tiempo pues vaya que se llevó algo de tiempo ya que, quería esperarlo para dormir.
A los pocos minutos Ovidio salió del baño un poco más fresco y sobrio. Y al ver que Leah la había vencido el sueño, solo sonrió tapándola con las sábanas y cobijas de la cama.
Él tampoco tardó en acostarse a su lado y hacer lo mismo. En su cabeza volvía a sonar aquella voz que le repetía "Es una niña" y la culpabilidad volvía a él.
¿Cómo pudo negar a su princesa?
Cuidadosamente se trató de acomodar de su lado tratando de no incomodar o despertar a Leah. La observó por unos segundos y pensó en hacerlo o no.
Pero sentía la necesidad.
Se acercó cuidadosamente hacia donde ella estaba; paulatinamente la abrazó, descansando la mano en su barriga y acercando su cuerpo hacia él, dando leves caricias en su vientre.
— Perdóname, Leah. Perdónenme las dos, tengo mucho que aprender.
Susurró así finalmente cerrando los ojos y también conciliando el sueño.
Son las 4:36 am, digo nada más para que ya no digan que me voy por cigarros y lxs abandono... en fin, xoxo