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— Bonita chingadera. — murmuró frustrado.

Empecé a reír cuando vi que ya no podía zafar las dos piezas que había armado a la fuerza. Desde un poco antes de que entrara al baño estaba batallando con eso.

— Ay no. — suspiró rendido — Mejor le dejamos ese corral y la cuna la dejamos para el rancho, igual todavía falta rato para que nazca.

— Te dije que era algo pronto... Y también que esas dos partes no van juntas.

Achicó sus ojos viéndome. — Pues es para que no nos agarraran las prisas, pues.

¿Quién lo entiende?

— ¿Ya estás lista? — preguntó.

— Mhjm, sólo me pongo los zapatos.

— Bueno ya casi es hora, voy a bañarme. No tardo. — dejó las cosas y subió.

Por mi parte, fui a la cocina por algo para comer.

Había sido una semana algo interesante, pues después de la visita de mis papás sentía que me había quitado un peso de encima. Aunque eso no borraba mi incomodidad al saber que mi papá seguía sin dirigirme la palabra, confiaba ciega y plenamente en mi mamá, me conformaba sólo con que me perdonara.

Por otro lado, he de admitir que en estos días he llevado la fiesta en paz con Ovidio, creo que para ser algo no real se había estado esforzando mucho. 

Creí que sería algo incómodo convivir con él, sobre todo cuando estuviéramos solos, pero puedo decir que realmente estar con él era totalmente lo contrario.


FLASHBACK

Terminé de leer el ensayo por décima vez, ya no sabía que más agregarle. Yo lo miraba muy completo, aunque me seguían faltando mil quinientas palabras.

Llevaba desde las seis de la tarde pegada investigando y redactando todo, sabía que ya era madrugada porque mis ojos se sentían cansados desde ya hace un buen rato.

Jadeé al ver de reojo una sombra parada detrás de la laptop.

— ¿Qué haces despierta? Son las dos de la mañana.

— Ayy, me asustaste. — me removí de mi lugar — Terminando un ensayo. 

— Deja eso, ya es tarde.

— Noo. Ya casi lo termino. — mentirosa.

— ¿Es para mañana?

— No.

— ¿Entonces?

— Para el lunes. — contesté.

Puso una cara obvia.

— Ves, todavía falta una semana. Anda, vamos a dormir.

— Bien. — dije cerrando la computadora — Sólo porque ya tengo algo de sueño.

— Sí, sí. — esperó a que yo avanzara para comenzar a caminar — Desde lejos te vi los ojos de borrego.

Reí. — ¿Te vas a bañar?

— Ya lo hice cuando llegué.

— ¿Desde a qué hora? — pregunté sorprendida.

— Hace media hora, tal vez. 

A la próxima pongo más atención.

— Voy al baño, no tardo. — dije entrando al mismo que estaba ahí en la habitación.

Aproveché que Ovidio estaba desacomodando la cama para hacer mi rutina de noche y como no me llevaría mucho tiempo dejé la puerta abierta, que en realidad solo volvería a lavarme la cara y untar cremas.

Desconocidos - OGLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora