— Verdad. — carcajeó un poco, separándose.
Grisel volteó los ojos haciéndome una seña, obvio sin que uno de ellos la viera.
— Desde tu fiesta de cumpleaños en tu rancho. — apenas lo pudo abrazar con su brazo, ya que la diferencia de estatura era notoria.
— Hey... ¿Sí?
— Tragos, alberquita, música; que rico la pasamos. Debería repetirse.
— Es que la verdad la chamba no me suelta y pues, primero lo que deja... — rio.
— Bueno, igual no se necesita festejar algo.
— Como quiera mi hermano ya tiene con quienes pasar sus fechas importantes, no te preocupes. — agregó Grisel sonriendo y recalcando el "quienes".
Las miradas de las cinco personas que nos encontrábamos, se dirigieron hacia mí.
— Oh, no sabía que tenías novia. — su mirada me escaneó de abajo hacia arriba — Mucho menos que ibas a ser papá.
Sí, claro... Como si no nos hubiera visto llegar juntos y tomados de la mano.
— Leah Vega. — le extendí mi mano que dudó en aceptar, pero lo terminó haciendo.
— Iris López.
Sólo le sonreí, no tenía interés en entablar una conversación por más rápida que esta fuera.
— Bueno, yo voy por unos botes ¿Alguien quiere? — preguntó Ovidio a lo que negamos la mayoría.
— Yo sí. Te acompaño. — dijo tomando su brazo con ambas manos.
Por su parte él sólo asintió y se marcharon, ella tan aferrada a su brazo. Era tan difícil no verlo o bueno, para mí.
— Se nota que quiere mucho a tu hermano. — le dije en voz baja a Gris sin pensar, aun viéndolos.
— No es nada de qué preocuparse. No le interesó en su momento, menos ahora. — al igual que yo los veía — Además es parte de la familia, hija de una prima de mi mamá. — asentí — Lo que pasa es que es bien resbalosa.
— Grisel... ¡Niña! — reprochó su madre.
— Niéguelo amá. — llevó frituras a su boca y las comió — Nada más andaba detrás del ratón... Y parece que no entiende.
— Pero no es para que le digas eso, es familia.
— Dudo que ella considere eso. — se alzó de hombros.
Griselda negó y enseguida cambió de tema de algo que yo desconocía totalmente. A los minutos llegó ella sola con una cerveza abierta en la mano, sentándose del otro extremo de la mesa con una cara algo aburrida.
Pronto ellas me incluyeron en su plática preguntándome cosas por la bebé e incluso haciendo planes para salir a comprar cositas para ella; algo que podía incomodarme porque sabía que hasta ahora dependía económicamente de Ovidio.
Cuando volvió a cruzar por mi mente, había caído en cuenta que aún no llegaba desde que había ido por cerveza. Ella seguía en su lugar así que eso me tranquilizaba de alguna manera, pero él ni sus luces.
Un grito ranchero a lo lejos llamó mi atención y la de la mayoría de los presentes.
Édgar y Alfredo bailaban en pareja sangoloteadito mientras que Iván y Ovidio les hacían fiesta bailando alrededor y su papá se reía de ellos.
Parecían niños.
La serie de canciones fue el detonante para que la cena/fiesta comenzara amenizarse. La comida se sirvió, luego vino el tradicional abrazo a media noche y fuegos artificiales iluminaron el cielo oscuro.
Muy lindo, la verdad.
Ese momento Ovidio no desaprovechó para palpar y besar mi panza, y sorprendentemente darme un beso a mí en la mejilla. Después de ello el baile siguió, aunque en realidad en ningún momento paró.
Me ponía algo sentimental el pensar que era la primera festividad decembrina que pasaba lejos de mi familia, sobre todo porque no tenía algún teléfono con el que podía llamar o enviarles un mensaje a mis padres deseándoles feliz navidad.
Porque siendo honesta, el único que no hablaría conmigo, sería mi papá.
Siendo las tres de la mañana y pasaditas, unos seguían en la pista, otros ya estaban mejor sentados platicando y bebiendo. Pocos habían sido los que ser fueron retirando.
Y es que, en un lapso de cuatro o cinco horas que llevaba la cena, el frío se intensificó tanto que, aunque la ropa fuera lo más abrigadora -como en mi caso- seguía temblando. Además, que el sueño no estaba ayudando.
Sin buscarlo, su mirada conectó con la mía desde donde estaba. No tardó mucho en llegar conmigo y abrazarme por el cuello.
— ¿Todo bien?
— Sí. — dudé un poco — Pero ya tengo sueño... Y algo de frío. — reí.
Desdobló su brazo viendo su reloj, escuché como suspiró y poco a poco quitó sus brazos encima de mí.
— Vamos.
Nos despedimos de las pocas personas que quedaban en la mesa, entre ellas su mamá, su hermana y Édgar.
Ya dentro de la habitación, él comenzó a quitarse la mayoría de su ropa quedando en bóxer y la camiseta que traía abajo. Entonces aproveché que él estaba de espaldas para cambiarme rápido, ya que ni loca saldría al baño sólo para ponerme eso.
Mi lema era que, podría estarme congelando y morir de hipotermia, pero jamás diría que el calor es mejor que el frío.
Terminado pude ver que él ya estaba dentro de la cama con las cobijas hasta el cuello.
De puntitas para no pisar completamente el suelo frío, caminé a la cama y al igual que Ovidio entré en ella.
Mi piel se erizó al hacer contacto con las sábanas frías y los segundos más eternos fueron pasando lentamente esperando calentarme; no me di cuenta cuando empecé a temblar, hasta que él me lo dijo.
— ¿Qué tienes? Estás temblando.
— T..tengo algo de frío, pero no te preocupes, ya casi pasa.
Sentí como rodó su cuerpo acercándose y a pesar que no había una luz encendida, con la poca que dejaban pasar las cortinas de la ventana, sabía que me estaba mirando.
— Te importa si...
Negué.
Se acurrucó a lado mío pegándome a él en un abrazo, acariciando mi vientre repetidamente para dejar descansar su mano encima de ella.
No estaba acostumbrada a esto, pero admito que era muy cómodo.
— Buenas noches, descansen. — susurró.
Al ratón o mañana subo el otro :D
depende de como se porten <3