— ¡¿Quién chingados se chingó mis Chokis y mis Kinder?! — exclamaron alto dentro de la cocina.
Pegué un brinco y volteé asustada hacia atrás.
Ahí estaba parado viendo con el ceño fruncido la puerta abierta de la alacena, su mirada viajaba a la encimera de enfrente en donde se encontraban sus galletas y chocolates.
¡Ups!
Y de un momento a otro, puso su mirada encima de mí.
— Tenía hambre. — dije inocente.
Comenzó a acercarse y abrió la boca para decir algo, pero el joven -Óscar- que venía con el lo detuvo y se acercó a su oído.
— ¿Sí? — preguntó incrédulo — ¿Seguro? — asintió Óscar — ¿Y tú cómo sabes de esas cosas?
— Mi amá me contó. — se alzó de hombros.
Negó ligeramente la cabeza, nuevamente mirándome.
— Buenos días... Tardes. — dijo recuperando compostura — ¿A qué hora despertaste? En la mañana te vi muy cómoda. No quise despertarte.
Esto era demasiado raro.
— Uhmm, hace un rato. Hora y media, o dos. — respondí lo más tranquila que pude.
Aún después de todo su presencia me ponía nerviosa. Y no sé si eso era bueno.
— ¿Desayunaste?
— Ehh... Sí.
— Bien, ¿Sobró? — volteó a su alrededor — Muero de hambre.
— En realidad. — solté una risita — Lo siento por tomar de tus galletas y chocolates. No creí que te fueras a molestar... Tanto.
— No es eso, es sólo que no dejo que nad... — pausó su discurso — Espera. ¿Eso fue lo que desayunaste?
— Sólo fue un snack antes de comer. Por cierto, ya está casi lista la comida.
— Creo que algo que ya deberías de saber, es que no puedes mal pasarte. Recuerda que no solamente eres tú.
— ¿Según quién? — pregunté con "fastidio" — Sabes que los antojos son parte del embarazo, no pasa nada.
— Eso lo sé. Me lo acaba de decir Panu.
— Bueeno, con permisito. Voy a ver si ya pusieron aquellos brothers. — se dio la media vuelta, yéndose.
— Lo demás lo vi en una revista que compré en el oxxo.
Me reí. — Bien. Creo que iremos aprendiendo juntos. — tomé una bocanada de aire y enseguida la solté — ¿Quieres comer ya?
— See. — contestó con la boca llena de galleta — Yo sirvo. — empezó a sacudir sus manos para luego lavarlas.
— No es necesario. Yo lo hago.
Volteó a verme extraño.
— Mmm. Ni siquiera sabes dónde se encuentran las cosas.
— Puedo buscarlas. — contesté — Anda, no me quites la intención. Ve a sentarte.
— Está bien. — seguía viéndome raro — Si necesitas ayuda, estaré en el comedor.
Asentí.
Del refrigerador sacó una caja de jugo y fue hasta que salió de la cocina, cuando pude volver a respirar con normalidad. Pero para distraer mi cabeza, comencé a empezar a servir la comida.
Después de una exhausta búsqueda, tomé la bandeja donde había puesto todo -creo yo- y me persigné mentalmente para salir.
Dejé su plato enfrente de él, y no tardó para tomarlo enseguida.
— Provecho. — dijo antes de sorber de la cuchara.
— Provecho.
Respondí aun tratando de saber cómo iniciar la conversación.
Pero después de unos minutos, me di valor.
— Ehh, yo... — fue suficiente para ganarme su atención — Estuve pensando mejor las cosas, y creo que estoy de acuerdo en lo que dijiste... De empezarnos a llevar bien.
— ¡Qué bueno! Porque, aunque no estuvieras de acuerdo, así iba a ser. — contestó.
¡¿Por qué lo hace tan difícil?!
— Bien. — suspiré — Creí que sería buena empezar a conocernos para tener una buena relación.
— Tienes razón. Pero antes tengo que dejar algo en claro. — se reincorporó en su lugar, irguiendo su postura — Sólo vamos a aparentar, Leah. — lo miré — No vamos a ser una pareja tal cual. ¿Me entiendes?.
— ¿Qué?.
Asintió mientras bebía de su vaso.
— Ante los ojos de mi familia, por supuesto la tuya; pero sobre todo y más importante, nuestro hijo. Estaremos juntos. No habrá una relación sentimental, pero si seremos una familia.
— ¿Pretendes que viva en una mentira?
— ¿Prefieres que sea real?
— ¡No! Pero es mejor que sepan la verdad. No tiene nada de malo.
— Yo no quiero que mi hijo crezca con una familia rota, Leah. Mi casa, mis reglas. — dejó la cuchara dentro del tazón y se puso de pie — No lo tomes tan mal. Pero te repito, que es lo mejor para los tres. Él crece feliz. Tú y yo lo veremos feliz, eso nos hará felices a nosotros.
Comenzó a recoger los platos y vasos haciendo una pequeña pilita que fácilmente agarró con ambas manos y las llevó al fregadero.
Por primera vez quería hacer algo bien y no resultó.
Diosito, dame paciencia.
— Ah, y otra cosa... — volteó a verme — Mi mamá te quiere conocer. — pensó — Bueno. En sí, mi familia.
Es todo por este año... Nos vemos el que entra 🙋🏻♀️✌🏻