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Muero por decirte una vez más que te amo.
Mi estómago se revuelve, mis músculos se contraen y mi corazón se detiene. Estoy muriendo, poco a poco mi alma empieza a notar tu ausencia y me envenena, porque es incapaz de vivir sin ti.

Así que, primero déjame tomar una copa. Bien, mejor que sean dos. O tres, de todos modos, ¿Quién las cuenta después de la tercera? Porque si voy a estar frente a ti necesito valentía, necesito sentirme como un hombre fuerte en compañía y no como uno solitario; no como uno tan patético que le teme a su sentir.

¿Cómo no temerle? Si por ti siento tanto, tanto que me engaño a mí mismo escribiéndote poemas. Poemas donde logro declarar mi amor, donde logro decirte una vez más que te amo y que lo dejaría todo si así me lo pidieras. Que soy tan fácil, que con una disculpa volvería a caer de rodillas ante ti y besaría tu mano, jurando quedarme toda una vida a tu lado. Haría lo que me pidieras, cualquier cosa, incluso si eso implica sacrificar mi vida; que ante ti eso suena a tan poca cosa.

Pero, por eso, déjame tomar una copa. Déjame tomar dos, o tres, hasta que me olvide de contar y pierda la conciencia. Porque sé que ahora eres feliz, sé que te sientes pleno y que no necesitas de mí. Entonces, seguiré engañándome, seguiré diciendo que después de una copa iré a buscarte, estaré en ese bucle hasta desintegrarme y me prohibiré de mi amor volver a hablarte.

Un té para llevar | Escritos |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora