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Un ave solitaria.
Soy un ave solitaria, una que anhela volar sobre grandes mares, cruzar altas montañas y descansar en el más grande de los árboles.

Soy un ave ambiciosa, una con grandes alas, fuerte y sin miedo a nada. Como si no existiera depredador alguno que pudiera dañarme o derribarme.
Voy tan alto, tanto que paso entre las nubes, tanto que mi alma se siente libre; ¿De verdad se siente así?

Porque soy un ave solitaria, una que nunca ha tenido un nido. Una que conoce a otras aves en sus viajes, pero que es incapaz de llevarlas consigo porque le da miedo que puedan dejarla. Le da miedo mirar hacia atrás y que no estén allí, le da miedo mirar hacia abajo y que se den cuenta que le da vértigo.

Soy un ave solitaria, una que le teme a las alturas, una que es incapaz de estar acompañada y a la que le duele tanto la compañía, pero que anhelaría tenerla algún día. Soy un ave triste, una sola que llora en cada uno de sus viajes, porque es incapaz de establecerse en algún lugar, una que es incapaz de tener un hogar.

Soy un ave solitaria, porque las demás piensan que está bien sola, piensan que es valiente y puede enfrentarse mundo. Cuando en realidad, no tengo alas grandes, no soy fuerte ni veloz. Solo soy un ave escurridiza, que sabe donde esconderse para no ser cazada y que sabe porcinar sus frutos para no morir de hambre en el invierno.

Entonces, ya sabes que soy un ave solitaria. Una que anhela un compañero de vuelo, una que anhela ser cuidada, una que desea poder cerrar sus ojos al volar y disfrutar de la brisa entre sus alas.

Un ave, una que morirá de tristeza al haber pasado una vida tan, pero tan solitaria.

Un té para llevar | Escritos |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora