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Y aún sin entender cómo, siempre vuelvo al mismo lugar.

Me gusta pensar que soy un alma libre, que puede andar por donde quiere, sentir lo quiere, amar a quien quiera. Pero muy lejano a eso, sigo siendo un prisionero, uno que parece tener la peor de las condenas.

A pesar de que me alejo, de que intento correr y huir, siempre termino dentro de la misma celda, siempre termino atrapado.

Es un mismo patrón, se repite una y otra vez, de manera constante, sin darme descanso.
¿Qué más debería hacer? ¿Cómo termino con esto? Porque estoy tan cansado, cansado de huir, cansado de intentar.

Quizá solo debería ser paciente, quizá debería esperar. Esperar, y esperar, hasta que mi alma sea libre, o hasta que me acostumbre a ser prisionero.

Un té para llevar | Escritos |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora