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Es como un sueño constante.
Uno donde vuelvo a tus brazos, uno donde mis miedos son arrojados al vacío y solo queda la calma entre un fuerte abrazo. Uno donde encuentro paz entre las caricias, entre tu suave voz y melodía.

Pero luego despierto, caigo de golpe de vuelta a la realidad y duele, duele mucho. Quizá porque no estaba preparada, quizá porque no tenía protección o porque fui la primera en desear despertar.

Ahora te busco, te busco dormida y despierta. Te busco en otros brazos, te busco en otras caricias y otras melodías; pero ninguna es igual. Ninguna consigue darme calma, ninguna es capaz de darme paz con solo un susurro o una palabra.

No puedo, aunque quiera siempre me veo obligada a irme. Porque aunque nunca fue palpable, te extraño cada día y cada uno sigue siendo como una pesadilla.

Por eso duermo todo el día, duermo para buscarte en mis sueños e intentar encontrar esa calma. Pero simplemente no está, se ha ido y dejó de existir.

Ahora visitas a otros seres que necesitan de esa paz, ahora ni siquiera quedó un poco para mí cuando quiero descansar.

Pero está bien, siempre ha estado bien. Solo voy a seguir durmiendo, dormiré en el día, dormiré en la tarde y dormiré en la noche.

Quizás así te vea de nuevo, quizás así te vuelva a soñar.

Un té para llevar | Escritos |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora