𝐍𝐢𝐧𝐞𝐭𝐞𝐞𝐧

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Alba.

—O te despiertas o te despiertas — le amenacé a Juan.

—No tengo ganas de levantarme Alba — metió la cabeza debajo de las sábanas.

—Pues yo me voy a desayunar — hice el amago de levantarme pero él me tiró del brazo, volviéndome a tumbar.

—No tengo entrenamiento hasta la 1. Vamos a quedarnos aquí.

—¿Y tú novia que? Querrá verte.

—Ahora mismo eso no me importa.

Apoye mi cabeza en su espalda y me tape con las sábanas por el frío.

Pretendía quedarme hay, aunque me muriera de hambre.

Le di varios besos y luego encendí la tele.

— Nada interesante —la apague de nuevo.

Cierro los ojos y respiro hondo.

Cuanto echaba de menos estos momentos con él.

— ¿Me has perdonado? — me pregunta.

Suelto una risita irónica y le respondo.

— Por supuesto que no. Mi mente no lo ha olvidado, y mi corazón menos.

— Pienso volver a conquistarte, y te demostraré que te quiero y eres la única que quiero en mi vida.

— Eso decís todos antes de llevarnos a la cama — ruedo los ojos.

— Eso es mentira, porque yo ya te he llevado a la cama y no una vez solo — se defendió el sevillano.

— Venga vale.

El se dio la vuelta y se me quedó mirando.

— Que guapa eres hasta recién follada — me dice y no puedo evitar dar una sonrisita.

— Seguro que esos se lo dices a todas después de follartelas.

— No, es la primera vez que le digo esto a alguien.

— Ya claro.

— Que si Alba, te lo juro.

— Vale — mentí.

Él era tan adorable recién despertado.

Cállate Alba joder, no puedes volver a caer en sus encantos.

Tarde, he follado con el de nuevo. Eso da igual.

Jugare con él y lo ilusionaré durante un tiempo, para que sienta como yo me he sentido.

Comienza mi venganza.

Le agarró de la cara y lo acercó a mí, para besarlo.

Me pongo encima de él y le agarro la nuca.

— ¿No vamos a follar? — pregunta separándose de mí por un segundo.

— No. Eso te lo tienes que volver a ganar — le guiñé el ojo y lo volví a besar.

Mi intención era provocarlo hasta más no poder y luego cortarle él rollo.

Me muevo hacía arriba y el jadea.

Que sufra el hijo de la gran puta.

No hagas eso.

— ¿El que? — preguntó sonriendo, aunque se perfectamente a que se refiere, y me vuelvo a mover, pero esta vez para abajo.

— Eso.

Lo vuelvo a hacer y lo atraigo hacía mí otra vez, para saborearlo de nuevo, y seguir provocándole.

El me sujeta por la cintura pero yo le apartó las manos.

Me separo de él y me quedo tumbada a su lado.

— ¿Que cojones haces? — me pregunta alzando la voz.

— Dejarte con el calentón. Corre a que tu novia te lo quite, que seguro que está deseando.

El me mira serio y yo le sonrió guiñándole el ojo orgullosa por mi acto.

Me doy la vuelta y me tapo con las sábanas de nuevo.

¿No puede parar de hacer tanto frío?

Me intento dormir, cuando siento que alguien se levanta de la cama, hundiendo mi lado.

Minutos después, la puerta se oye cerrándose.

Me levantó y voy al baño a ducharme, a quitarme el frío más bien con agua muy caliente.

Salgo de la ducha y los cristales están empañados.

Salgo y una ola de frío me recorre todo el tiempo.

Me quito el moño que había echo en mi pelo para no mojármelo.

Me voy hasta la ventana tiritando, pero es que en este hotel tenemos unas vistas preciosas a la ciudad nevada.

Me visto y bajo a desayunar.

— Hola — saludo a Borja con un beso en la mejilla.

— Hola rubi — me abraza.

Vamos juntos por el desayuno y nos sentamos en la mesa, donde están la mayoría del equipo, incluidos Juan e Iris, que están sentados juntos y no paran de darse besos.

Pobre Iris.

Me rió por la imagen de ellos dos y veo el cuello de él sevillano.

Una marca morada, la cual cuando salió de mi habitación no tenía.

Al final la novia si le ha quitado el calentón.

𝐓𝐞 𝐛𝐮𝐬𝐜𝐨 𝐞𝐧 𝐥𝐚𝐬 𝐞𝐬𝐭𝐫𝐞𝐥𝐥𝐚𝐬 ; 𝐉𝐮𝐚𝐧 𝐌𝐢𝐫𝐚𝐧𝐝𝐚¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora