𝐓𝐡𝐢𝐫𝐭𝐲

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17 𝐝𝐞 𝐬𝐞𝐩𝐭𝐢𝐞𝐦𝐛𝐫𝐞, 𝐝𝐢𝐚 𝐝𝐞𝐥 𝐩𝐚𝐫𝐭𝐨.

— No puedo más Aurora te lo juro, vamos ya al hospital — hablo con un hilo de voz y adolorida

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— No puedo más Aurora te lo juro, vamos ya al hospital — hablo con un hilo de voz y adolorida.

Llevo cumplida tres días, pero hoy va ser el día.

— Voy por las cosas, vete yendo al coche.

Aurora me da las llaves de su coche y yo entro en él mientras que ella coge las cosas.

Pongo la mano izquierda en la parte baja de la barriga, presionando el dolor.

Aurora deja las cosas en el maletero y se sube de piloto en el coche.

— Relájate y respira tranquila amore, tú eres una campeona — Aurora me acaricia la cara sonriendo y luego enciende el coche.

Aurora y yo llegamos al hospital privado de Sevilla y nos atienden al segundo.

Mientras me llevan a una sala para prepararme, Aurora avisa a todo el mundo de que estoy de parto, incluida la familia de Juan, porque aunque él no esté, me llevo bien con su familia y me han ayudado mucho en el embarazo.

Una matrona que hay allí me dice unas cuantas cosas y me pone una bata del hospital.

Me dice que me tumbe en una camilla, y así hago. Me inyecta el suero, me pone los monitores y comienza a hablar.

— Alba cariño, aún no has roto la bolsa, te vamos a llevar a una habitación y veremos si la rompes, si no lo haces no te preocupes, nosotros la rompemos. Cada media hora o quince minutos, una ginecóloga va a ir informándote sobre los centímetros que llevas. Cualquier cosa, pulsa a este botón que está conectado a tu camilla y vienen enseguida. Mucha suerte guapa y vamos para la habitación.

La matrona me saca de la sala y veo a Aurora esperando afuera. Aurora se mete con nosotras en el ascensor y sube a la misma vez que nosotras.

La matrona nos deja en la habitación, la cual Aurora investiga cada detalle.

— ¿Quieres ducharte antes que nada? Luego no vas a poder — me dice Aurora.

— No, no me muevas, que no me encuentro bien, además ya me he duchado esta mañana.

Mi prima chasquea la lengua y se acerca a mí.

— Levántate amore, vamos a dar vueltas por la habitación haber si rompes la bolsa de una vez.

Le hago caso, y con su ayuda me levanto, a pesar de los calambres y dolores infernales que tengo.

Damos unos pequeños pasos y yo ya no puedo más.

— Aurora, no puedo, tengo mucho frío y miedo.

Aurora me abraza mientras me acaricia la espalda.

De repente, se escucha como una goma romperse y ambas miramos al suelo, acabo de romper aguas.

𝐓𝐞 𝐛𝐮𝐬𝐜𝐨 𝐞𝐧 𝐥𝐚𝐬 𝐞𝐬𝐭𝐫𝐞𝐥𝐥𝐚𝐬 ; 𝐉𝐮𝐚𝐧 𝐌𝐢𝐫𝐚𝐧𝐝𝐚¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora