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Todo el circuito de Marina Bay estaba teñido de rojo, con el sentimiento más latente que nunca. Las banderas verdes, rojas y blancas ondeaban por los aires, acompañadas de las de color amarillo y su cavallino rampante, y los coros de la gran multitud que se agrupó instantáneamente.
"¡Carlos!, ¡Carlos!"
La emoción de los cientos de tifosi coreando el nombre del piloto cincuenta y cinco, y cómo no, acompañados en la emoción con aquellos vestidos de naranja.
Era tanta la euforia por el 1-2 del piloto de Ferrari con el de McLaren, que las dos aficiones parecían haberse fusionado en un solo mar de ovaciones rojas y naranjas.
Sainz se sube a su coche para levantar los brazos en alto, en parte intentando soltar aquella emoción y ansiedad que venía acumulando en esas increíbles diez últimas vueltas de definición.
Casi que lo primero que corre a hacer es fundirse en un abrazo con Lando, su gran amigo. Sabe que cada vez que lo ve, algo especial sale a la superficie. Y compartir un podio con él, luego de la mejor carrera que tuvieron en conjunto iba a quedar definitivamente en la historia.
¿Han visto esas amistades tan fuertes que crecen entre compañeros de equipo y luego perduran cuando se separan? No, ¿verdad? Porque eso no ocurrió jamás, solo existe entre Carlos y Lando. Se entienden tan bien entre ellos que no necesitaron más que correr juntos para defenderse y ayudarse. Si no supieras del deporte, dirías que son compañeros de equipo.
Esa es la magia tan única entre estos dos hombres que cuando se juntan solo pueden sacarse sonrisas entre ellos y al resto.
— Carlos, creo que esta carrera ha sido de mis favoritas —murmura el británico, estaba echado sobre su sofá, sosteniendo una copa de champagne en su mano compartiendo un rato con el español.
— ¿Has notado lo mismo que yo? ¿Que no necesitamos de órdenes de equipo, ni de pensarlo, ni de hablarnos para entender al instante lo que debíamos hacer?
— Me tienes que agradecer con tu vida, te defendí "like a lion".
— Y tú me debes ese segundo puesto —le guiña el ojo.
Los dos rieron. Juraban que sus sonrisas les encantaban mutuamente. Carlos adoraba hacer reír a Lando, y este a su ex compañero de igual forma.
El mayor suspira, llevando su vista a la ventana frente suyo, dejando ver la noche de Singapur debajo suyo.
— ¿Recuerdas cuando aún estabas en McLaren y dije, imagínate un p1 y p2? —la mirada de Lando se perdía a la distancia, intentando ocultar una pequeña sonrisa de felicidad.
— Claro que sí, he soñado con esto muchas veces. Un podio tan especial, con una persona aún más especial...
El británico sonríe finalmente, entrecerrando sus ojos, disfrutando de la inmensa alegría que le daba tenerlo allí, compartiendo lo mejor de ese día.
— En momentos así, ¿qué es lo primero que se te viene a la cabeza?
— Que te quiero... te quiero tanto...
El silencio era solo la prueba de la incredulidad del más joven. Carlos era bueno demostrando su amor, ¿pero y eso? Era prueba de que ese amor quizá traspasaba las barreras de la amistad.
— Yo también te quiero, Carlos.
Llevó su mano lentamente hacia el dorso de la del español. Este la volteó para así poder entrelazar sus dedos y sentir una corriente de emociones a lo largo de su espalda.
— Tú lo sientes también, ¿verdad, Lando? —su voz temblaba un poco, necesitaba la paz de saber.
Él no pensó que fuera a necesitar palabras, sería mejor si pasaba a los hechos. Él sabe que Sainz demuestra su cariño con contacto físico, y eso le encantaba, ¿por qué no hablar en su lenguaje de amor? Se entendían maravillosamente.
El corazón del español latió con fuerza cuando cerró sus ojos para dejar paso a sus demás sentidos. Primero, el suave tacto de la mano del inglés sobre su mejilla, y luego el acogedor calor de sus labios contra los suyos.
No queda ahí, ambos intentan ir a por más, queriendo tener el mayor contacto entre ellos que un abrazo les pudiera otorgar.
Las amistades de verdad son lo más precioso que hay.
Finalmente se separan, quedando sus rostros a unos pocos centímetros e inmediatamente riendo por la vergüenza y a la vez felicidad que caracterizaban los momentos así entre ellos.
— Eres maravilloso, Lando. Eres el mejor compañero que tuve, dentro y fuera de la pista.
— Lo sé, soy el mejor, ¿verdad que sí?
— El número dos, después de mí.
Así termina otro fin de semana exitoso para los dos, ¿qué otras aventuras les esperarían a los amantes en pista?
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los amo carlando, haganlo cannon por favor.
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𝘳𝘢𝘤𝘪𝘯𝘨 𝘪𝘯𝘴𝘵𝘪𝘯𝘤𝘵 ㅡㅡ f1 one shots
FanfictionOne shots gay de la Fórmula 1 *son solo shipps ficticios, no shippeo a nadie en la vida real!