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Cuti estaba libre y soltero por primera vez en mucho tiempo y quién sabe cuánto duraría. Así que esa mañana en los entrenamientos, Deki decidió dejar los pasos de hormigas y ser un poco más atrevido.

Estaban sentados en el césped, descansando de la práctica. Emerson y Lolo estaban compitiendo unos metros más allá, a ver quién le pegaba al palo. Cuti los miraba, alentando a Emerson y molestando a Lolo.

Deki hizo un pequeño siseo, como cuando te duele algo, y se palpó el muslo interior. Cuti lo miró.

—¿Qué te pasa, piccolo? ¿Andás dolorido?

—Sí, creo que me está por dar un calambre.

—¿Querés que vayamos a la enfermería para que te vean?

—No, no te preocupes. ¿Me ayudás a estirar?

Cuti asintió y Deki juntó las plantas de sus pies entre sí y se recostó hacia atrás, con los codos sobre el césped. Miró a Cuti a los ojos y abrió los muslos lo más que pudo, sin despegar los pies.

Cuti lo miró sin hacer nada durante unos segundos, y Deki comenzó a sentirse ridículo. Temía que Cuti eligiera ese momento para burlarse de él, como de costumbre, pero ya era demasiado tarde para arrepentirse.

—¿Y? ¿Me vas a ayudar o no? —lo apuró.

—Sí, perdón —reaccionó Cuti repentinamente. Se acomodó de rodillas frente a Deki—. Permiso, eh.

Deki soltó una risita. Cuti pidiendo permiso, eso era algo nuevo.

—Adelante.

Cuti carraspeó, colocó sus enormes manos alrededor de las rodillas de Deki y empujó lentamente hacia abajo. Los muslos de Deki se abrieron un poco más bajo la presión, tensos y anchos. Cuti no pudo evitar notar el modo en que la lechosa piel de Deki contrastaba con su piel morocha. También se dio cuenta de que Deki era aún más pálido cuando el short se le subió un poco y dejó ver una franja de piel aún más blanca que la expuesta al sol.

Deki emitió un pequeño sonido y Cuti sabía que era porque seguramente sentía cómo sus músculos se estiraban, pero no pudo evitar que su imaginación volara.

En su defensa, hacía meses que no tenía sexo y justo en esa posición que tenía a Deki frente a él…

Sin contar que Deki no era nada feo.

Cálmate, alzado de mierda, es tu amigo, se reprochó Cuti a sí mismo.

—Estás muy callado —le dijo Deki, mirándolo con cierto brillo divertido en los ojos.

—¿Qué querés? ¿que te cante?

—No estaría mal, pero sos un muy mal cantante.

—Ah, sí —dijo Cuti, con una ceja levantada, y empujó más hacia el césped las rodillas de Dejan, haciendo que este se quejara.

—Hijo de puta —se quejó Deki—. Se supone que me estás ayudando, pero solo te aprovechas de mí.

Cuti se relamió los labios y sonrió de lado.

—No me insultes cuando me puedo aprovechar de vos entonces.

—Pensé que podía confiar en vos —dijo Deki y se levantó un poco más apoyándose en sus codos—. Pero me olvidé de lo bruto que sos.

—Ah, ¿soy bruto? —dijo Cuti, con sus manos todavía peligrosamente apoyadas en las rodillas de Deki.

—Ni se te ocurra.

—¿Qué cosa?

—Me querés hacer doler.

—Los estiramientos siempre duelen, no seas maricon —se rió Cuti, presionando un poco más.

—Lo haces a propósito —lo acusó Deki, con una sonrisa, estirando su mano para apoyarla sobre la de Cuti en un vano intento de detener su presión.

Cuti no quitó su mano, sus ojos cafés sobre los de Deki, con una sonrisa juguetona todavía en sus labios.

—Que poco te la bancas, Kulu.

—No me digas así.

—¿O qué?

Deki tragó saliva, demasiado nervioso bajó la mirada de Cuti como para pensar en una respuesta ingeniosa. La mano de Cuti se sentía tibia bajo la suya y pesaba sobre sus rodillas. El ligero dolor de sus músculos estirados pasó a un segundo plano, en comparación con la sensación de las enormes manos de Cuti rodeando sus rodillas, sus dedos tamborileando sobre su piel.

Una pelota voló cerca de ellos, seguida de un grito de triunfo de Lolo. Cuti lo soltó de inmediato y ambos se giraron para ver a sus amigos, quienes al parecer habían terminado su competencia.

Ambos se rieron, evitando mirarse el uno al otro. Cuti se levantó para patear la pelota de vuelta y Deki deshizo su postura, estirándose sobre el césped de manera más descuidada.

En un momento, sintió el peso de una mirada sobre su nuca.

Deki se giró y se encontró con los ojos de Sonny mirándolo directamente, esta vez no había ninguna sonrisa encantadora acompañando su expresión.

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Me la juego por vos (Cutison/Cutisevski) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora