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Cuti fue el primero en despertar.

Lo primero que notó fue el conocido dolor palpitando en su cabeza: resaca. Después, se dió cuenta que tenía frío, así que se subió las sábanas y se acurrucó más contra la persona a su lado. Hizo un sonido placentero, enterró el rostro en una mata de pelo y se dispuso a seguir durmiendo.

Fue ahí cuando su mente hizo click. Hace meses que dormía solo y ahora estaba durmiendo junto al calor de alguien. Abrió los ojos y lo primero que vio fue el cabello pelirrojo.

Se incorporó tan rápido que se mareó. La habitación dio vueltas por varios segundos hasta que logró enfocar la vista en los hombros desnudos y llenos de pecas que se asomaban por debajo de las sábanas. La marca de un chupón prácticamente brillaba en la piel pálida y Cuti enrojeció cuando se dió cuenta de que eso era su culpa.

Había tenido sexo con Deki. Se había cogido a su amigo.

La puta madre.

A lo mejor puteó en voz alta porque Deki se removió sobre el colchón. Cuti se quedó congelado cuando el sueco se giró sobre su espalda y giró su rostro hacia él suyo. Sus ojos celestes parpadeando somnolientos y enfocándose en él.

Cristian tragó saliva y prácticamente saltó de la cama.

Obviamente fue una mala idea porque estaba en bolas y cuando se puso de pie se expuso como Dios lo trajo al mundo.

—La concha de la lora —puteó, y tiró de las sábanas para cubrirse de la cintura para abajo.

Esa fue una idea peor que la anterior porque solo había un juego de sábanas y al tirar de ella dejó a Deki completamente expuesto y resulta que él estaba tan desnudo como él.

—La puta madre. ¡Perdón! —exclamó Cuti, tirándole la sábana de regreso.

Volvía a estar en bolas, claro, así que agarró la almohada de la cama de un manotazo y con ella se cubrió la entrepierna.

Deki lo miró, perplejo, sus hermosos ojos abiertos de par en par y sus mejillas tornándose rosadas. Cuti desvió la mirada porque no necesitaba que su amiguito le jugará una mala pasada ahora.

Después de un largo silencio, Deki carraspeó.

—No es nada que no haya visto antes —le dijo el sueco—. No es necesario que te comportes así.

Cuti volvió a mirarlo, el tono apagado de su voz lo obligó a hacerlo. Deki estaba mirando hacia abajo, sus manos aferrándose a la sábana que lo cubría del pecho para abajo. Cristian se sintió pésimo.

—Perdón, no quise… perdóname, Deki, soy un bestia. Me puse en pedo y no pensé, me la re mandé, ya se, pero nunca quise…

—¿Por qué te estás disculpando? —Deki le dió una mirada filosa, que contrastaba con sus mejillas aún sonrojadas—. Yo también tomé. Somos los dos adultos, deja de hablar como si hubieras abusado de mí.

—Ya sé lo sé, pero…

—Si te arrepentis está bien, pero no hace falta que montes todo un teatro. Pasó y listo —Deki volvió a bajar la mirada y Cuti sintió ganas de cortarse la chota a sí mismo.

Había herido los sentimientos de Deki.

—No es eso —dijo, acercándose, quiso sentarse pero lo pensó mejor y se mantuvo de pie—. Perdóname, Deki, no quise…

—Ya entendí que no quisiste coger conmigo, no hace falta que lo sigas repitiendo —dijo Deki, con una risa amarga mientras miraba a sus manos retorcidas en puños sobre las sábanas blancas.

Me la juego por vos (Cutison/Cutisevski) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora