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Deki casi pegó un salto cuando su celular vibró. El rostro de Cuti apareció en pantalla y el sueco dejó que suene unos segundos antes de contestar.

A lo mejor quería calmar sus nervios, o a lo mejor quería hacerlo esperar un poco para que escarmentara.

Hola —saludó Cristian.

—Hola…

¿Que hacías?

—Estaba por comer. ¿Vos?

Ah, yo nada, ya comí —dijo Cristian, con un titubeo—. ¿Y qué vas a comer?

Deki suspiró, no estaba de humor para vueltas.

—Cristian, me estás poniendo nervioso. ¿Que pasa?

Bueno… primero quería pedirte perdón. Ya sé que me porté raro hoy.

Deki tuvo que darle puntos por al menos admitirlo, estaba agradecido de no ser él quien tocara el tema.

—Si, me dí cuenta. ¿Estás enojado por algo?

No, bah, no sé —titubeó Cuti—. No, no estoy enojado con vos.

—Pero algo te pasa.

Si, me pasan muchas cosas. Ese es el problema.

—¿Qué cosas?

No se si da hablarlo por llamada.

Deki resopló, irritado con tanto suspenso.

—Vos me llamaste, Cristian, y en persona ni me hablaste hoy —le recordó.

Ya se, perdón, soy un gil.

—No importa eso ahora.

¿Estás enojado conmigo? —le preguntó Cuti.

El ceño fruncido de Deki se ablandó un poco ante el tono de su voz.

—No, pero… no me gustó que me ignoraras hoy.

Perdoname, piccolo.

Deki se mordió el labio, intentando no sonreír. A veces le daba bronca lo débil que lo volvía ese hombre.

—No me pidas más perdón, ya te perdoné. Pero no lo hagas más —le advirtió Deki.

No lo hago más.

—Bueno.

Deki…

—¿Qué?

Quiero verte. ¿Haces algo este finde? Podés venir a casa.

Deki sintió un sabor amargo en la boca.

—Cristian, tenemos un partido el domingo, necesito estar en forma —le recordó, irritado.

Ya se, boludo, no estoy hablando de eso —respondió Cuti, sonando ofendido—. Yo decía de juntarnos a comer algo y listo. A lo mejor ver una película o algo. Eso nomás.

—¿Sin sexo?

Si, sin sexo.

—¿Cómo una cita decis? —se ánimo a preguntar Deki, con el estómago apretado.

Cristian se quedó en silencio por un segundo.

No, no se. Bueno, un poco, puede ser —titubeo el cordobés, y Deki contuvo el impulso de reírse—. Bueno, sí. Cómo una cita. ¿Cuál hay? Una cita con velas, cena, música de fondo, y toda la bola. ¿Querés o no? —le preguntó, casi desafiante.

Deki sonrió.

—Si me lo pedís así, ¿cómo decir que no?

¿En serio? —que se oyera sorprendido solo lo hizo sonreír más. ¿En serio pensaba que iba a decir que no?

—SI. ¿Cocinas vos?

Si, si, obvio —dijo apresurado—. ¿Entonces decís que sí?

—Si, Cuti —sonrió Deki.

Bueno listo. ¿Te parece mañana a la noche?

—Si, me parece.

Es una cita entonces. Pero posta, ¿eh? No es una joda.

—Ya se.

En serio voy a poner velas.

Deki se rió.

—Ok, y yo llevo un vino.

Dale —Cuti dijo, sonando contento—. Nos vemos mañana entonces. Que descanses, piccolo.

—Vos igual, Cuti.

Deki colgó, sintiendo que podría flotar de lo ligero que se sentía.

Una cita. A lo mejor las cosas por fin se le estaban dando.

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Me la juego por vos (Cutison/Cutisevski) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora