3ļ½œāž¤ Tercera noche

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De regreso a su oficina las cosas se habían vuelto todavía más aburridas que de costumbre. El tiempo parecía haberse puesto en su contra pues avanzaba tan lento que al Hogake le daban ganas de golpearse fuerte contra alguna pared y así quedar inconsciente hasta que su jornada laboral termine por completo.

Suspiró por enésima vez y está vez, un fastidiado Shikamaru le prestó atención.

-¿Ocurre algo, Hokage-sama? -pregunto con su típica expresión de aburrimiento absoluto.

Kakashi lo miró y negó, con pereza.

-Nada nuevo, solo estoy algo cansado -respondío.

El Nara asintió.

-Solo terminé de revisar esos documentos y podrá irse a descansar, yo me encargo de ordenarlo -asumío y el peligris le miro, interesado.

-¿No tienes cosas que hacer, Shikamaru?

El pelinegro se encogió de hombros.

-Pues es mejor que llegar a casa y tener que aguantar los golpes y regaños de Temari -Un escalofrío le recorrió cuando recordó lo molesta que estaba su novia está mañana antes de salir de casa. Volver solo sería aceptar su muerte segura.

Kakashi río divertido, jamás imaginó ver al alumno de Asuma así, cuando era niño solo se quejaba de todo y no parecía dispuesto a nada, y ahora mantenía una relación seria con una chica. Ja, la vida podía ser toda una caja de sorpresas.

-Esta bien, como gustes.

Trás terminar de revisar los dichosos documentos, se levantó de su asiento y estiró los brazos, estaba cansado y su cabeza dolía un poco, necesitaba un descanso ya. Y Sakura tenía una suave y mullida cama con un olor exquisito, perfecta para tener una larga y merecedora siesta antes de empezar otra jornada laboral como el gran Rokudaime Hokage. Definitivamente iría a su casa.

-Terminé -le informó a Shikamaru que estaba ordenando algunos pergaminos en el estante.

-Perfecto, yo termino de organizarlos.

-Esta bien. Nos vemos mañana.

-Qué descanse, Hokage-sama.

Salió de la torre Hokage y camino por las tranquilas calles de Konoha. Honestamente, la Aldea poco a poco se iba modernizando desde que el tomó el mando, puesto que ese era uno de sus objetivos cuando accedió a ser Hogake. Ahora había más tiendas, muchas familias de otros países habían llegado para instalarse en Konoha, el uso de la tecnología era más frecuente y hasta Ichiraku ramen se había modernizando. Todo era tan maravilloso y Kakashi se sentía orgulloso de ello.

El olor a Dangos llegó a su nariz, inevitablemente pensó en Sakura, puesto a que ella adoraba los Dangos.

"Quizás los Dangos la animen un poco y me dejé quedar en su casa"

Sonrió, era una maravillosa idea. Camino hasta el puesto de Dangos y ante la mirada emocionada de la dueña, pidió tres palillos del dichoso postre para llevar y está, rápidamente se los entrego y agregó que era un regalo por todo el tiempo que invertía protegiendo la aldea como Hokage. Kakashi, intentó negarse y pagar, pero ella no se lo permitió.

Con el postre en manos, camino tranquilamente hasta el hospital de Konoha. Ya eran las nueve y cincuenta, así que iba a tiempo, tomando en cuenta la advertencia de la pelirosa.

Ingresó al hospital llamando la atención de varias personas ahí, camino tranquilamente por los pasillos hasta llegar al área donde sabía, se encontraría Sakura, y efectivamente, ahí estaba ella, atendiendo a un paciente.

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