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Tocaron el timbre de la residencia de Osvaldo.

Luego se escuchó algo de ruido abajo.

¿Qué estaba pasando?

Aquello ciertamente no era normal, Sam se había quedado muchas veces con Osvaldoy solía ser un hogar no tan desmadroso. Las mañanas calladas y con un a cafe inundado cada esquina.

Se restregó los ojos con sus puños, tomó sus zapatos y se dirigió a la planta baja.

Osvaldo estaba hablando desde la cocina con una persona, que se encontraba sentada en el comedor, dándole la espalda.

"Hm, ¿quién será?", se preguntó mientras observaba con detenimiento hacia allí desde el final de las escaleras.

–De verdad, gracias por venir, Sam estará tan feliz cuando le cuente, – dijo cargando una bandeja con dos tazas de café y azúcar – ya verás que tengo razon wey.

–¿Cuando me cuentes qué cosa?

La chica caminó hasta el comedor y miró por fin a la persona misteriosa.

Era... ¿una chica?

Era una chica, tenía el pelo largo y castaño con puntas  rubias, una bellísima piel clara, y los ojos marrones más brillantes que había visto.

Llevaba una chaqueta deportiva con la letra A bordada en un lado, unos pantalones cargo y unas botas planas negras.

–Oh, buenos días Sam, – le regaló una sonrisa – ella es Abril Garza una de mis mejores amigas de la universidad.

Ambas se miraron con atención.

Demasiada, diría yo.

–Samantha Rivera. – estrechó su mano frente a Abril, quien la tomó con una sonrisa.

–Encantada Sam, he escuchado mucho sobre ti.

–Sí, le estaba contando que necesitabas un lugar en dónde quedarte, y justamente ella tiene una habitación disponible en su casa que estaría dispuesta a rentar, ¿qué opinas? – volvió a hablar Osvaldo, ignorando aquellas miradas que intercambiaban las muchachas que tenía en frente.

–Oh wow, esa es una grandiosa idea, ¿desde cuándo podría mudarme?

–¡Hoy mismo! – respondió Abril entusiasmada – y si necesitas ayuda para empacar también puedo ayudar.

–Está bien Abi, yo ya doy ese servicio. – respondió Osvaldo con una sonrisa, dándole una palmada sobre el hombro.

–Ah, claro, está bien... mm, bueno, las espero cuando deseen llegar.

Y, así, la chica se retiró de aquel hogar, dejando a Valdo y Sam para empacar.

Luego de desayunar, subieron las escaleras e iniciaron su cometido.

–Entonces... ¿qué opinas?

–Tuviste una muy buena idea wey, pronto ya no te molestaré.

–sam, te recuerdo que no me molestas, y además... ¿solo opinas eso? Porque esas miradas me dieron a entender otra cosa.

–Mm, ¿a qué te refieres? – dijo mientras doblaba un t-shirt, ya que había desempacado casi toda su ropa allí.

–Ya sabes, como que entre ustedes había algo.

–Ah, ¿te refieres a mi opinión sobre Abril? Bueno, es una chica muy amable y-

–¿Crees que es sexy?

Sam la miró seriamente un minuto, para después responder.

–Sí, lo es, pero eso no es importante ahora, me está sacando de un apuro y lo aprecio mucho.

–Ajá.

–Valdo, por favor, te agradecería que dejaras de actuar de casamentero un segundo.

–Lo siento, muy tarde, – respondió rápido para luego girarse a mirar a su amiga – harían linda pareja. – sonrió.

La pelicastaña giró los ojos mientras reía.

–Para, ¿con quién no haría buena pareja según tú?

–Fácil, con alguna chica mala que no se esfuerce ni pueda notar tu belleza, en todos los sentidos.

–¿Cierto?

–Claro... por eso, Abril es diferente, es perfecta para ti.

And they were roommates [rivari adaptacion]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora