Maria Jose Garzón (Poché)
Pensé que su dolor de cabeza era una excusa para irnos. Pero mientras nos acercábamos en el coche a su casa me di cuenta de que era cierto. Se la veía más cansada y unas pequeñas ojeras empezaban a notarse bajo sus preciosos ojos. Aparte de eso se veía tan caliente como siempre. El vestido le marcaba todo lo necesario, pero lo justo para dejar que la imaginación tomase parte. La combinación perfecta.
Aparqué en la entrada de su casa.
-Gracias por acercarme y lo siento por estropear la noche.
-¿Como que por acercarte? No te pienso dejar sola cuando te ves mal.
-Gracias, es todo lo que una mujer quiere escuchar- dijo sarcásticamente.
-Tú ya me entiendes, mujer. No te pienso dejar sola cuando se te nota que te encuentras mal - dije sinceramente. - así que mueve ese precioso culo y vamos a entrar en casa.
-En otro momento te diría un par de cosas y sobre todo acerca de mi culo, pero estoy demasiado cansada para ello - dijo con parsimonia.
La agarre de la cintura mientras recorríamos el camino de entrada y ella se empeñaba en abrir la puerta ella misma. Al entrar ni se molestó en dejar las cosas en su sitio, sino que las dejó caer a su lado, junto a los zapatos. Quedándose sólo con el vestido.
-¿Te apetece algo caliente de beber?
-Mmmh... - me contestó
-¿Algo dulce?
-Mmmh... -
-Lo tomaré como un sí - la avisé - Tú vete a la cama que ahora te lo llevo... - la dije dándola un pequeño empujón hacia las escaleras.
No tarde mucho en encontrar la cazuela que necesitaba, el azúcar y la leche. Todavía me acuerdo como me gustaba sentarme en la cocina cuando tenía catarro y ver a la cocinera prepararme la leche con azúcar. Hasta la pedí que me la enseñara a hacer. Era fácil, calentar el azúcar en la sartén hasta que se pusiese líquido y luego añadir la leche y dejar que se mezclasen bien a fuego lento. Y vualá, algo rico y caliente para cuando se está enfermo.
Serví dos tazas y las subí a su habitación. Daniela estaba metida bajo las sábanas de su enorme cama. Se la veía indefensa y eso me resultaba raro. Nunca la había visto así.
-Espero que te guste - la dije suavemente. Ella me miró con sus ojos café claros y se incorporó lentamente hasta quedar recostada contra el cabecero.
-Si sabe tan bien como huele, ya lo creo.
Le pasé una de las tazas con cuidado y me senté a los pies de la cama. Vi como en su boca se asomaba una pequeña sonrisa al probar la bebida. Y saber que yo era, aunque fuese una pequeña parte, de la causa de ésta me hizo sentirme bien. Era extraño, nunca me he sentido así por ninguna chica. Vale que he conocido a bastantes que me han hecho desearlas, pero con Daniela es diferente. No es sólo desearla, es quedar verla sonreír, feliz. Con eso ya me vale.
-Está riquísimo, Poché - dijo relamiéndose los labios.
-Lo sé.
-Si sólo lo preparas cuando alguien esté enfermo, me tendré que enfermar más a menudo- bromeó mientras dejaba su taza vacía en la mesilla.
-Puedo hacer alguna excepción si obtengo algún beneficio - dije guiñándola un ojo.
-¿Cómo?
-Eso prefiero dejártelo a ti - dije levantándome y cogiendo su taza para colocarla encima del tocador junto a la mía. - Y ahora a dormir.
Me hizo gracia la mirada que me echó cuando empecé a desnudarme hasta quedarme en calzoncillos.
-¿Te quedas?
-Por supuesto - la dije con una sonrisa de medio lado mientras me metía a su lado en la cama.
Ella no dijo nada más, sólo se acurrucó contra mi costado y dejó salir un suspiro de placer. Yo intenté no excitarme sólo consentirla a mi lado y eso me era difícil porque sentir todas seis curvas y calor en mi piel era increíble.
-No tenía planeado terminar así la noche -me dijo
-Yo tampoco, pero cualquier forma de acostarme contigo, a mí me vale - le dije antes de depositar un casto beso en su cabeza.
-Me gusta poder decir lo mismo - dijo bostezando y empezando a quedarse dormida.
Esto me dio que pensar. Desearía que toda mi vida me despertase con ella pegada a mí. Sentir se corazón contra mi costado y saber que sólo yo lo consigo acelerar. No con la mujer que quiere mi madre. ¡Si Lindsey es un saco de huesos! Y para mi desgracia esta tan obsesionada con ser mi mujer como lo está mi madre. Pero se tienen que dar cuenta que no, que voy a decidir con quién me acuesto y sobre todo con quien quiero pasar el resto de mis años respirando. Pero como está acostumbrada a que todo lo que quiere se cumpla, no va a dejar de joder con el tema hasta que se salga con la suya; yeso no va a pasar. Y menos cuando estoy con una persona tan increíble como Dania mí lado. Sería gilipollas si lo dejase pasar. Con todas las sensaciones que causa en mi cuerpo con una simple mirada o sonrisa. Si simplemente con su roce, mi cuerpo se acelera y pide más. Y aunque ella todavía no lo sepa, yo lo sé. Ella es mía, así como yo le pertenezco.
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TUYA
FanfictionEsto es lo que pasa cuando una mujer se hace cargo de un Gimnasio de boxeo. Daniela Calle nos demostrara que es dificil pero no imposible, aunque a todos no les parezca. Poche gip Adaptacion Caché Historia real "Soy tuya" de (EstherR4)