Parte 9

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El camino en coche lo hicimos en silencio, pero no pude evitar exclamar al ver su casa.

-¡Woow!

Se trataba de una mansión enorme de mármol, rodeada de verjas y con frondosos árboles. La hostia. Sabía que tenía dinero ya que es una profesional del boxeo, pero no que estuviese de dinero hasta el culo.

-Bonita, ¿eh? - dijo orgullosa. Bonita es quedarse corto. Es espectacular, como salida de un sueño.

-¿Creciste aquí?

-No. Cuando mi padre murió mi madre quiso mudarse yasí ahorrarse recuerdos dolorosos - se encogió de hombros.

-Lo siento - dije girándome para dejar de ver la mansión y mirarle a ella.

-No te preocupes, yo no le conocí - dijo sin apartar la mirada de las verjas que se empezaban a abrir - Murió antes de que naciese.

-Igualmente, lo siento. Y si no es muy indiscreto... ¿en que trabaja tu madre para poder pagar todo esto? Porque esto no se mantiene solo...

Puede que mi padre viva bien, más que bien. Un gran chalet y una casa para veranear y todo eso. Pero nada comparado con esto. Para nada.

-No trabaja - rio amargamente - Para ella una mujer no debe romperse las uñas, para eso está el hombre.

-¿¡Estas de broma, no!? - casi grité.

-No, por desgracia no. Mira que he intentado que cambie – suspiró - pero nada. Es cabezota. Mi padre la acostumbró a ser una mujer florero. No trabaja, ni cocina ni limpia... Eso sí, organiza estupendas fiestas para gente estirada.

-Yo no podría vivir así. Me moriría de aburrimiento.

-¿Te mataría de aburrimiento estar todo el día de compras o en la piscina? - dijo incrédulo.

-¿En serio? No digo que no me guste ir de compras, pero no vivir en las tiendas ni nada de eso. Además, me encanta mi trabajo y no puedo pensar pasarme toda mi vida matando el tiempo - dije mientras ella estacionaba al lado de la puerta principal.

-Pues entonces prepárate - suspiró mientras salía del coche y yo le imité.

No entiendo el comentario. ¿Para qué tendría que estar preparada? No creo que en su casa haya una psicópata o algo así. Ni que su madre lo sea.

-¡pochis! - exclamó una voz aguda que pertenecía a una mujer mayor.

-Hola, mamá - dijo rojo como la grana. Ya entiendo porque no quería que lo llamase así.

La mujer era una copia de la barbie que entro en el vestuario, o mejor dicho la barbie es una copia suya. Se la empezaba a notarlas raíces del mismo tono que el de su hija y en vez de vestir de rosas brillantes vestía en tonos pasteles. Y tal como lo dijo Poché, la típica mujer florero de un rico.

Vi como ella le besaba la mejilla y a ella le asomaba una dulce sonrisa. Me acerqué para ponerme al lado de la morena. Vi con la mirada de su madre se endureció al repasarme de arriba abajo, como si fuese una cucaracha que hubiese que exterminar. Vale, que la camiseta roja no fue selo mejor para conocerla y más viendo lo esnob que es, pero no quedaba otra.

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