CAPITULO VIII: Ukiyo

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Todos en algún momento de la vida hemos sentido esa necesidad de ser indispensables, especiales y únicos, Jimin toda su vida había tenido la aprobación de su madre y el apoyo de su hermano, la admiración de sus compañeros y el cariño de sus amigos, quizás su querido Tae era a veces un poco osco y más en la presencia de la tía Taehee, las razones eran obvias a esa mujer le aterraba la idea de que entre ellos dos podría surgir algo más allá del amor de hermanos por eso siempre los separaba, por eso le hacia lo que le hacía, por eso Tae se portaba así. Park Jimin habría crecido en un mundo lleno de abusos de no ser porque su madre siempre lo protegía o porque Tae siempre hacia algo para desviar la furia de su madre a él, entonces entendió que en su tía no había nada para su persona, incluso trataba mal a su propio hijo que podría esperar, siempre se preguntaba cómo habían llegado hasta ese punto, su madre siempre le contaba historias de la hermosa amistad que había entre ellas desde que eran niñas, era hermoso, pero habían cambiado tanto, porque si ellas mismo planearon tenerlos e ir contra todo en una sociedad retrograda y cambiar todo un sistema, dentro de las paredes de la mansión el silencio inundaba sus vidas, porque Tae debía callar su risa y hacer silencio, porque él no podía compartir la habitación con su hermano, porque no hacían viajes juntos y porque su mama se veía tan triste, tan apagada... algún día iba a ser capaz de preguntar o buscar respuestas. Quizás su vida habría seguido así de no ser porque a su corta edad levanto su voz creyendo que estaba en un sueño, en el día perfecto, en el único día que vio a sus madres juntas haciendo algo normal entre dos personas que se suponen que se aman, las vio compartir y fue escuchado, el costo de su libertad, el costo de hacer las cosas que el quería, todas las cargas de complacer y enorgullecer recaían sobre su querido hermano, el ya no quería ser perfecto, ya se había cansado de pretender ser alguien que no era, pero Tae era muy diferente, el no necesitaba aprobación de nadie más que de el mismo, se ponía sus propias metas, se ponía sus propias exigencias, no le importaba nadie más que su propia satisfacción, sin embargo cuando Kim taehyung dejaba de lado todas sus facetas sociales era un oso dulce pero nadie sabía eso, nadie más que él había sido conocedor de su risa, de sus travesuras, de sus sentimientos. 

Actualidad   El aire entre ellos era denso, cargado de electricidad

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Actualidad El aire entre ellos era denso, cargado de electricidad. Sus corazones palpitaban con fuerza, como tambores tribales. Si me lo vas a dar... ¡Por supuesto que sí! Taehyung lo miró a los ojos, sus labios a punto de rozar los de Jungkook. ¿Había soñado con este momento toda su vida? ¿Era realmente posible que Taehyung estuviera a punto de besarlo?


Taehyung había guardado su secreto durante años, atormentado por la culpa y el miedo. Pero ahora, frente a Jungkook, no podía seguir fingiendo. Se inclinó hacia adelante, sus labios rozando los de Jungkook con una suavidad tímida. Sus lenguas se exploraron con curiosidad, trazando mapas del territorio desconocido. El sabor de Jungkook era como miel, dulce y embriagador. El aroma de Taehyung era a tierra mojada y menta fresca. El beso se intensificó, sus cuerpos se movían al unísono. Sus manos recorrieron sus cuerpos con avidez, despertando un fuego que ardía cada vez con más fuerza. Se sentían como dos imanes que se atraían irresistiblemente. Sabían que este era solo el comienzo de algo especial.

Los Sentimientos de las RocasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora