7: Es un idiota.

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La tensión creaba un ambiente pesado. Yo solo estaba sentada en medio de ellos dos, con cara de pocos amigos y con una ira que se me notaba en cada facción de mi rostro. Ambos tenían golpes en toda la cara y se notaba a leguas que se habían peleado recientemente, como los niños de cinco años que parecen.

¿Cómo podían ser tan tontos? Se pelearon por una mamada y por eso pagamos todos, aquí, en una comisaría a las 8:30 p.m y en Monterrey. Dios, desearía ahorcarlos con mis propias manos.

—Verga... Verga...— Caminaba Juan de un lado a otro, haciéndome desesperarme cada vez más— ¡Es que están bien imbéciles, todo esto es culpa de ustedes dos, no pueden evitar andarse peleando como un par de pinches gatos callejeros, pendejos!.

Fabián y Oscar solo se quedaron callados. Mi novio tenía solo una sonrisita arrogante y Oscar tenía la mirada baja. En un momento normal le hubiera dicho a Juan que no les hablara así, pero sería hipócrita de mi parte hacerlo cuando yo tenía ganas de decirles hasta de que se iban a morir.

—¡Y ahora por culpa de ustedes dos, pendejos sin cerebro, pagamos nosotros tres también, cuando no tuvimos nada que ver en su peleita de huercos de cinco años!— Les recriminó mi hermana.

La verdad me dió cierto fastidio estar sentada en medio de ellos dos, así que me levanté y los ví a los dos con los brazos cruzados.

—Yo no sé cómo van a hacer ustedes dos— Comencé diciendo con un tono de rabia que también denotaba decepción— Pero además de sus fianzas, van a pagar las de nosotros tres.— Sentencié señalándonos a Ari, Juan y a mi.— Nosotros no tuvimos absolutamente nada que ver con sus putos problemas y no tenemos que pagar por chingaderas que no nos corresponden.— Terminé de decir seriamente.

Nunca había hablado en ese tono, no suelo ser una persona que se enoje muy seguido pero esto me sobrepasó, eran unos tarados que no pensaban en las consecuencias de sus actos.

—Yo no voy a pagar ni madres— Se opuso Fabián, despreocupado.— Con suerte la mía.

Yo lo fulminé con la mirada, estaba a punto de decirle todo lo que quería, sin importarme las consecuencias que me trajeran después cuando Filis habló.

—Lo siento, no se preocupen. Yo pago mi fianza, la tuya, la de Ari y la de Juan— Me dijo levantando al fin la mirada del suelo.— De verdad lo siento, no quise causarles problemas, todos saben que soy una persona muy pacífica, no sé qué me pasó.

Ví como en su cara aparecía una nota de arrepentimiento, que, por alguna razón, hizo que no pudiera apartar la vista de él. Me quedé detallándolo unos minutos, sus facciones, sus ojos... ¡Reacciona Ama, vas a parecer una tarada viéndolo!.

Sacudí la cabeza levemente para reaccionar y miré al suelo, buscando un punto en el que no se notara mi nerviosismo.

Todo se quedó en un silencio sepulcral por unos segundos, todos mirábamos al suelo, esperando a que alguien se atreviera a decir algo.

—El problema no es la fianza, el problema es que no pueden estar peleando por mamadas ¿No ven el daño que hacen? No solo a ustedes mismos sino también a Ari, a Ama... Yo soy el que menos importa pero ¿Ustedes creen que sus familias se van a sentir bien cuando los vean así? No solo se hacen daño a ustedes mismos y es muy egoísta hacer las cosas como las hicieron.— Dijo Juan calmándose un poco.— Además ¿Que va a pasar cuando yo sea rico y famoso? Mi reputación se va a ver ensuciada con ésto— Bromeó para relajar un poco el ambiente y lo logró, ya que todos reímos levemente.

Luego de unos 30 minutos logramos salir, no sin que antes nos hicieran pagar multas y firmar mil papeles. No llamaron a nuestros padres ya que todos éramos mayores de edad, así que, por ese lado, nos salvamos.

𝐄𝐬 𝐩𝐨𝐫 𝐭𝐢 (𝐅𝐢𝐥𝐢𝐬𝐱𝐀𝐦𝐚)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora