20: De nuevo...

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Pov Ama:

No podía creer lo que estaba pasando. En ese momento solo quería desaparecer del mundo, que la tierra me tragara y me desechara en algún sitio en el que nadie pudiera encontrarme, en el que pudiera procesar todo y aceptar que mi vida se habia vuelto un completo caos.

¿Como llegamos a este punto?... ¿Cómo después de amarme tanto Oscar terminó siendome infiel?

Todo era una mierda. ¿Acaso yo era muy poco para él? ¿Acaso todos los años de conocernos y querernos no habían servido para nada?.

No lo sabía, porque lo único que podía hacer en ese momento era llorar. Llorar de rabia y frustración porque no entendía lo que estaba pasando.

Ari estaba a mi lado, acariciando mi espalda y abrazándome mientras ambas estábamos sentadas a la orilla de la cama.

-¿Que hice mal?...- Pregunté entre llanto, haciendo que mi hermana me abrazara más fuerte y negara con la cabeza.

-Tu no hiciste nada, mi niña... No es tu culpa... Oscar es un imbécil por hacerte esto.- Me trató de animar ella con su voz llena de rabia.

Me quedé callada, llorando en su hombro en silencio, porque no podía hacer más nada, o más bien, no sabía qué hacer.

En ese momento escuché que la puerta se abrió y ví a Juan entrar. Se notaba que estaba furioso, su rostro que normalmente es pálido y blanco ahora estaba rojo de la ira que se notaba que tenía. También, su ceño estaba fruncido, pero se notaba que estaba tratando de ocultar la rabia que tenía.

Él se sentó a mi otro lado, dejándome en medio de él y de Ari y abrazándome también.

Le agradecía mucho a los dos estar ahí para mí en ese momento en el que no sabía qué iba a hacer con mi vida. Filis era mi esposo y por ende teníamos demasiados lazos tanto sentimentales como económicos y sociales.

Y lo amaba, lo amaba muchísimo, como desde el primer día en el que lo conocí e incluso más.

Pero estaba decepcionada de él, porque no me esperaba que me fuera a traicionar así, y más sabiendo los traumas que me dejó mi primera relación.

Él se había convertido en otro Fabián en mi vida. No lo reconocía. Ese no era el hombre con el que me había casado.

-¿Que voy a hacer ahora?...- Al fin hice la pregunta que estaba rondando en mi cabeza, calmando un poco mi llanto.

-Divorciarte. Una infidelidad no se perdona sea quien sea.- Respondió mi hermana furiosa.

Ella se ganó una mala mirada de su esposo, quien acariciaba mi espalda. Ari podía ser muy impulsiva a veces y soy consciente de que eso es algo que a Juan no le gusta, porque en ese momento yo estaría dispuesta a aceptar cualquier consejo que ella me diera, sin importar cual fuera.

-Ama, esa decisión la tienes tú y ni Ari ni yo somos quienes para decirte que debes hacer o no hacer. Lo mejor es que te tomes un descanso de todo y te desahogues antes de tomar cualquier decisión.- Dijo Juan.

-Y recuerda que siempre vamos a estar aquí para ti tanto nosotros como toda la familia para apoyarte tomes la decisión que tomes.- Completó Ari, besando mi frente.- Y no te atrevas a culparte por esto... Aquí el que la cagó fué él, no tú.

Juan y Ari compartieron otra de esas malditas miradas que decían cosas sin hablar. Esas malditas conversaciones silenciosas que sabía que podía compartir con Filis pero que últimamente habían sido conversaciones vacías y llenas de frustración.

Luego cada uno me dió un beso en una mejilla y se levantaron, viéndose y luego viéndome.

-Ya nos vamos nosotros...- Dijo Juan.

-Si necesitas algo nos avisas.- Dijo Ari dándome un beso en la frente.- Te amo... Te amamos, mejor dicho.

Yo asentí con una sonrisa triste. Juan también me dió un beso en la frente y ambos se fueron de la habitación.

Y me quedé sola... Ahí, sin saber qué hacer. Me permití llorar de nuevo. Lloré por todo lo que estaba pasando, porque necesitaba desahogarme.

Ari y Juan eran unos angeles, definitivamente. No sé qué hubiese pasado si ellos no hubieran estado. Probablemente estaría teniendo un ataque de ansiedad en este momento.

Escuché la puerta de la habitación abrirse de nuevo y ví a Óscar entrar. A ese hombre que pensaba que me amaba. Ese que creía que nunca hubiera hecho nada malo. Ese con el que pensaba que estaba a salvo. Ese en el que confié y solo obtuve una traición, como siempre.

La rabia y la frustración subieron a mi sistema. En ese momento no quería lidiar con él, con ese hombre al que ni siquiera podía llamar "mi esposo" porque simplemente ya era un desconocido para mi.

¿Cómo pude ser tan estúpida? ¿Como no me dí cuenta antes? ¿De verdad tenía que dejar que todo se descubriera para darme cuenta de lo que estaba pasando frente a mis ojos?

Lo miré con ira y me levanté de la cama. No podía humillarme perdonandole todo así. Primeramente porque no me merezco lo que me hizo y además porque cuando amas a alguien, no le puedes apoyar todo lo malo que te hace.

Así que con todo el dolor del alma, tenía que darme mi lugar, lugar que él no me dió.

Señalé la puerta mientras lo miraba con frustración y decepción en mis ojos.

-Vete de mi vista, Óscar.- Hablé tratando de que mi voz sonara lo más firme posible, aunque estaba rota por el llanto que amenazaba por salir.

-Bebi, tenemos que hablar-

-¿Hablar? Te dí la oportunidad de que hablaras y me dijeras la verdad cuando hablé contigo el día en el que me hiciste la escena de celos en el gimnasio, descarado de mierda. Te atreviste a celarme cuando eras tú el que me estaba engañando y mintiendo como a una niña.- Le reclamé en tono alto y lágrimas de frustración empezaron a recorrer mis mejillas.

-Perdóname... De verdad perdoname, no sé qué me pasaba por la cabeza... Era simplemente placer lo que buscaba con ella.- Se excusó.

-¿¡Y yo no te lo daba!?- Le grité, incrédula- ¡Hacíamos el amor todas las malditas noches, puta madre! ¡Y ahora resulta que lo hacías con ella y después conmigo!- Volví a gritar, limpiandome las lágrimas. Él se quedó callado.- Me siento sucia... Me siento sucia por permitir que tú me tocaras sin saber qué estabas metiendo el pito en alguien que no era tu esposa... Y ahora por andar metiendo el pito donde se te dió la gana, me perdiste... Aunque ya ni siquiera sé si eso te importe...

Y sin más, me quité ese collar que él alguna vez me regaló. Ese de oro rosa que tenía grabada nuestra palabra... "Bebi". Lo arranqué de mi cuello, sin importarme que se rompiera. También quité de mi dedo anular mi anillo de matrimonio, ese con el que él juró serme fiel y amarme para toda la vida... No sabía que toda la vida significaba solo unos pocos años. Miré en mi mano las dos prendas que más significaban cosas en mi vida y se las tiré con rabia.

Él las tomó mientras las lágrimas recorrían sus mejillas y cayó de rodillas al suelo. Yo caminé hacia la puerta.

-Bebi... No, por favor... Yo te amo... Te cielo...- Habló con la voz rota por el llanto.

Yo me detuve y me volteé para verlo. Me frustró más que me dijera eso.

-Si lo hicieras, no me hubieras hecho ésta mierda.

Y sin decir más, me fuí de la casa. Sin nada, sin un suéter, sin mi billetera, sin absolutamente nada más que mi tristeza. Ni siquiera tenía la certeza de a donde iría, solo sabía que necesitaba no verlo más, aunque me doliera.

𝐄𝐬 𝐩𝐨𝐫 𝐭𝐢 (𝐅𝐢𝐥𝐢𝐬𝐱𝐀𝐦𝐚)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora