La mejor amiga de alastor

Capítulo 18

Si nos vamos hacia otro lado del infierno, podemos ver como cierto demonio escarlata da su paseo matutino por el anillo del orgullo dirigiéndose a la ciudad caníbal para visitar a su gran amiga, desde que cayó del infierno, rosie. Como siempre hace, evita los televisores los cuales le observan al pasar, no podía ser más descortés esa televisión, o al menos eso pensaba el demonio de rojo.

_¡Buenos días señoritas!_saludo a un grupo de mujeres caníbales que se encontraban comiendo en ese mismo momento.

_¡Buenos días Alastor!_le respondieron en coro sonriendo al demonio ciervo.

Alastor podría describir su no vida como ciertamente refrescante y entretenida, en especial cuando disfrutaba del miedo que le tenían los otros demonios. Aunque eso aveces sea molesto.

Desde que llego al infierno había hecho un caos del mismo con sus masacres, las cuales había empezado a transmitir por la radio, otorgándole su ahora título entre los demonios como the radio demon, el demonio de la radio, no podía ser más feliz, ahora era dueño de todas las radios del infierno, su poder en el vudú había incrementado y tenía una gran influencia. Claro que habían sus desventajas, como el hecho de que no podía tocar las plantas y que no le agradaba del todo ser un ciervo, pero a quien le importaba cuando tenía tanto poder.

_Rosie, ¿querida como estas?_ saludo a la mujer de ojos completamente negros.

_Alastor, que gusto verte, todo se encuentra bien_ guio al ciervo a una mesa de té_dime, ¿cómo va tu búsqueda?_empezó a servirle una taza.

_frustrante, simplemente no encuentro ni una señal_ dijo recibiendo la taza

¿Qué buscaba?, a su mejor amiga, claro está, después de haber llegado y de hacer sus masacres él se había empeñado a buscar a la chica por todos los lugares en donde creía que ella estaría, incluso trato de enviar alguna señal que solo ella entendería por la radio, hasta el momento seguía haciéndolo, pero seguia sin tener resultados. Aunque cabe destacar que, realmente, no había buscado por todos lados, el evito ir hacia el anillo de la lujuria o zonas de ese tipo, después de todo su querida amiga era como él, nunca estaría cerca de un burdel y repudiaba tanto las relaciones sexuales como el, ¿no?, además de que su rival iba mucho por esos rumbos, y todo lo que tenía que ver con él, como con la tecnología, lo repudiaba, nunca pondría sus manos en uno de esos aparatos que hacen llamar celulares, era simplemente imposible de pensar, toda esa tecnología creada después de su muerte era simplemente molesta.

Muchas veces tenia el temor de que le haya pasado algo y que por eso no la encontraba, es que, era extraño, ella debió de haber llegado antes que él, por lo que debió de saber sobre sus masacres, incluso cuando empezó a transmitirlas por la radio, pero simplemente no lograba llegar a nada, ni siquiera sabía cómo se vería, solo tenía la ligera intuición de que podría tener los rasgos de un oso, pero de todos los que llego a ver, ninguno era ella, sin mencionar que todos huían de él, (t/n) nunca huiría de él, eso sería simplemente ridículo.....¿verdad?.....

¿Qué tal si por eso no la encontraba?, ¿le tendría miedo?, tal vez no le cayó bien que hiciera todas esas masacres, ¿o qué tal si está enojada?, todo porque no llego a tiempo.

Esos eran solo unos de los pensamientos que de vez en cuando llegaban a la mente de Alastor, pero rápidamente los sacaba de su cabeza, se repetía si es que fuera así entonces tendría que buscarla con más fervor, no podía perderla, eso sería impensable. Por lo que así siguió por muchas décadas más, levantando piedras del suelo, su único error fue no ver más allá de ellas, buscar en horizontes diferentes como... la pantalla de un teléfono.

Pov. Alastor

Me encontraba volviendo del emporio de rosie a mi nueva residencia, nada menos que en el nuevo hazbin hotel, había llegado hasta ahí gracias a una entrevista que le daban a la princesa del infierno, Charlie, la cual termino en una fascinante pelea, nada mejor que un gran espectáculo. Al principio ella y su novia no me querían dejar entrar, pero digamos que no se salieron con la suya.