20 Nunca le pondremos nombre.

45 8 0
                                    

Nunca le pondremos nombre.

     Luc, está frente a la puerta de la casa de Nat. Le parece más alta, y tiene la sensación, de que al llamar, se le caerá encima. ¿Qué demonios hace allí otra vez? Saltaba por la ventana, y entraba por la puerta como en un puto bucle kármico. Se abrió de repente, dejándola con el puño en alto resolviéndole las dudas.

     —¿Ahora tienes telepatía? —Bromea. Natalia encoge un hombro, y llenó su cara con una sonrisa triste, que apagaba la luminosa tarde.

     —Te vi por la cámara, y como tardabas en decidirte... Temí que te arrepintieras.

De repente, Luc se sintió responsable de su tristeza. Le contesta animada.

     —No qué va. Solo pensaba, que no he planeado nada, y no sé qué quieres hacer —hundió las manos en la chaquetita. —¿Vamos en la moto? ¿O prefieres tu coche?

Natalia ve la moto tras ella, aparcada e impecable. Sonríe recordando las veces que han terminado en las afueras de Madrid, respirando aire limpio, aunque pronto comenzara a faltarles entre beso y beso.

     —Ey... —Luc chasqueó los dedos frente a su cara. —Vuelve —sonríe leyéndole el pensamiento.

     —¿De qué coño te ríes? —la reprende avergonzada con un empujoncito. —¿Ahora tienes telepatía? —coqueteó con ella.

     —No me rio —la mira unos segundos, y añade por sorpresa como si acabara de ser consciente. —Estás preciosa.

     —¿A sí? —Natalia maneja como puede el rubor, y alisa orgullosa su blusa de rayas marineras.

     —Venga ya, tienes que estar cansada de oírlo.

     —De ti no me cansa —responde más animada.

     —Bueno, yo solo pretendía... —se reprendió por no evitar los derroteros románticos.

     —Se lo que pretendías, tranquila —la interrumpe tocando su antebrazo. —Es nuestra forma de relacionarnos. No podemos cambiar de la noche a la mañana.

     —Cierto —respiró aliviada de que lo comprendiera. —Bueno y que, ¿sabes ya que quieres hacer?

     —¿La verdad? Me da igual, solo quiero estar un rato contigo —agachó la cabeza, y cambia el peso de pierna. —Sin conversaciones dramáticas, sin reproches... —hace un gesto con la mano quitándole importancia. Lo único que desea, en no echar al traste el propósito inicial, que es, limar asperezas.

A Luc sus ojos castaños le parecen tan bellos como siempre, y nota como prende en ella una triste combinación de nostalgia y deseo. Se obliga a reaccionar poniendo foco.

     —Bueno... Improvisemos —tiró de su brazo para ponerse en marcha.

     —Ufff... Esa frase siempre termina por meternos en líos—. Luc miró al cielo pidiendo clemencia.

Al caminar, sus caderas chocan por la cercanía. A Nat, el suave olor de Luc la desarma, y esta tan tentada de tomarla de la mano, que se cruza de brazos cerrándose a la posibilidad. Tiene que guardar las apariencias en su barrio.

     —Al menos hoy no vamos con los chicos. Eso sí que es peligroso —comenta Luc. Natalia sonrie sabiendo lo que va a contar. —Vas a celebrar que te gradúas —empiezas casual. —Y terminan sacándote a patadas de un club de estriptis. Todavía no sé cómo os hice caso. Casi me expulsan del cuerpo antes de empezar a trabajar. —cabeceó una negación antes de encajarse el casco.

     —¿Cuántas veces vas a decírmelo? —rió centrada en su sonrisa hasta que se perdió tras la visera.

     —Las que hagan falta —se queja risueña.

La chica del club.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora