9. Choque frontal.

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Choque frontal.

     Sale de la habitación dando un portazo. Devoró las escaleras levantando un torbellino a cada pisada como un caballo. Francis intentó detenerla, para mediar por su hija y asumir la culpa, pero Luc levanta las manos negando con la cabeza. Leyó en sus ojos un... ni se te ocurra... que gracias a Dios entendió.

Una vez en la calle quiso gritar. Aprieta los dientes dejando salir de su garganta un gruñido ahogado.

     —¡Agghhgggg!

Se echa a caminar todo lo que le permiten sus largas piernas, esquivando sin saludar a vecinos que la miran extrañados por esta inusual antipatía. Algún que otro coche la esquiva en el paso de peatones, con una generosa pitada, y camina un buen rato, sin ponerle asunto a la dirección. Intenta dejar atrás la rabia, y este desagradable dolor en el pecho. El aire fresco no puede evitarle el regreso del martillito a las sienes.

Está cansada y triste. Este año le estaba adelantando por la derecha, y arrollándola en los coletazos finales. Se siente atrapada. Necesitaba avanzar. Dejar atrás mentiras y abrazar la ilusión que le drena esta relación oculta con Nat. Pero daba igual cuantas veces lo hablaran, Natalia le dejaba claro que no le importaba que aguas navegara, si después volvía a su lado.

     —Eres la única mujer que me gusta, ¿cómo voy ser lesbiana? —Y así, era como justificaba que enamorarse de una mujer, fuera una rara avis que apareció en su ventana un día.

Movió la cabeza como una goma que borrara sus pensamientos, y para un momento intentando reconocer dónde narices se está. Un barrio tranquilo y familiar, con adosados de colores, césped y aceras amplias. La tarde cae, y todo se baña por una luz dorada que la llenó de paz. Cierra los ojos y disfruta de ese regalo de quietud en el caótico Madrid.

Un coche frenó in extremis en el semáforo junto a ella. El ruido la sobresalta, y al mirar, ve en la ventanilla del copiloto una chica rebuscando en la guantera. La media melena oculta su cara, pero la reconoce. Al levantar la cabeza sus ojos de arcilla chocan contra su verde asombrado, justo antes de ponerse unas gafas de sol en las que se ve reflejada con la boca abierta. Aguantó el aire notando sus mejillas enrojecer. Se queda inmóvil con el corazón a galope, viendo el coche avanzar, y reza para pasar inadvertida, aunque mordiéndose las ganas por darse la vuelta.

La chica del club.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora