49. Vida herida.

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Vida herida.

     Carla, hecha un ovillo en la cama busca sentido a este vacío. Guillén duerme a su lado, y su peso en el colchón, le hace inclinarse hacia ella como un reflejo de su vida. Su respiración le molesta para poder conciliar el sueño, su conciencia, también... Deseó que ardiera en combustión instantánea, avergonzándose de albergar un pensamiento tan macabro como desear su muerte, pero sentía, que era la única forma de ser libre. O quizás ella...

Notaba un hueco en el pecho después de acostarse con ella. Ha sido mecánico, como siempre. Desasociando su interior de su exterior, para que recorra un cuerpo que parece conocer mejor que ella misma. Siempre la llena, pero de una amarga sensación de vacío.

Muerte clínica para sentir. Ese debería haber sido el diagnóstico de su psicóloga.

Se puso de lado cuidando no despertarla. El espejo junto a la cama le devuelve su reflejo maquillado en sombras, como una máscara que define a la perfección su interior. Un cascarón plomizo pegado a sus músculos que le impedía sonreír y vivir con la naturalidad de los demás, porque sus emociones, nadaban enfangadas en el temor, perdiendo los mecanismos de su voluntad cuando Guillén está cerca.

¿Y ahora qué? ¿Ha vuelto a la casilla de salida? ¿Volverán a vivir juntas? ¿Volverá al peso de sus ojos escudriñándola en cada momento? ¿A sus reproches, su mal humor? ¿A sus cambios de actitud que la bloquean hasta no saber reaccionar? ¿Volverá a defraudar a Javier? ¿Y Luc...? ¿Se podía permitir pensar en ella, o quizás Guillén se daría cuenta?

Esta noche había tenido la oportunidad de romper y empezar. Lo vio en la determinación de sus ojos prometiéndole que estaría ahí pasara lo que pasara. Pero le dio el mando al miedo, a la culpa, a la toxicidad dominando su cerebro como un parásito.

"Quizás haya sido lo mejor..." Pensó.

Quizás todo el amor se transforma en lo mismo... Guillén también dijo amarla. Fue la mano que la llevó a un lugar seguro, que descubrió después, lleno de candados y letra pequeña.

El amor es un fraude. Un sentimiento ingrato. De eso estaban bien seguras sus inseguridades.

Además, ¿de qué sirve soñar cuando no hay espacio? Sin aire, los sueños no prenden, se ahogan igual que una vela. Agonizan en un insano humo negro. No apto para el consumo humano. Igual que ella.

La chica del club.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora