41. Tablas.

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Tablas.

   Luc asiente como si le interesara, pero lo cierto, es que está pensando que los dientes de Carlos son demasiado pequeños en comparación con los colmillos, y la cabeza a razón del cuerpo, también. El tipo de Nat... Bueno, el tipo de tipos que se acercan a Nat.

Javier le hizo un gesto desde la distancia, y levanta el pulgar preguntando si todo está bien. Ella le responde que sí, y añade la mejor de sus sonrisas que le fue devuelta.

     —¡En seguida estoy contigo, belleza!—. Le grita con las manos en bocina. Natalia bajó la tarima airada en su dirección. Luc la ve venir como una pantera, y levantó la ceja confundida cuando siente que la agarra del brazo y la arrastra a aparte.

     —Auchh—. Se quejó al sentir las uñas en la carne.

     —¿Qué te traes con este tío? —La cara de confusión de Luc la obliga a matizar—. El del club.

Luc indignada, le contestó un irritado:

     —¿Y tú qué te traes con ese tío? —lo señaló con el pulgar—. El de la cabeza pequeña.

Natalia chasquea la lengua aceptando el ladrido, y al mirarlo es consciente de las extrañas proporciones de Carlos. Luc se separa de ella sin ganas de aguantar reproches, y se tira pesada en un sillón que la abrazó como si entendiera el cansancio que traía. Sacó el móvil sin mirar nada en concreto. Manu se percata de la movida y tira de Sandra sacándola de escena, a Maca, hace rato que la había perdido de vista. Antes de desaparecer, le reprocha a Nat sus absurdas decisiones, con uno de sus odiosos gestos de: —Te lo mereces— que aceptó en silencio, aunque lo fulmine con la mirada. Toma asiento junto a ella, y pega la frente a su sien.

     —Luc, mi vida.

     —Da igual Nat —la corta. —No te preocupes. Está más que hablado. Ha sido una estupidez.

Lo cierto es que siempre te que no tiene derecho a reprocharle nada. Hace un momento, hubiese besado a Carla si no las interrumpen.­­

     —Entonces, ¿todo bien? —titubeó aliviada.

     —Todo bien —asiente sin mucho afán

     —¿Entonces me vas a explicar qué significa todo esto?—. Movió la mano abarcando el reservado. Luc afirma, y toma aire en busca de las ganas para hablar. Suspiró antes de soltar una escueta explicación.

     —Conocí al dueño por casualidad. Lo saqué de un apuro, y... —levantó la mano dejándola caer en su muslo—. ¡Sorpresa!

     —Vaya —parece escéptica. —Que simple.

     —Así es la vida —concluyó desapasionada.

     —Y yo pensando en algún rollo raro con él... o con la hija —la miró de soslayo dándole vueltas a la pulserita. —Esa de la otra vez. La de la puerta —señala, dejando caer la pregunta casual.

     —No es su hija, es su hermana —se incorporó por una bebida.

     —Ohh vaya. Sí que sabes, ¿no? —su gesto de fastidio no pasa inadvertido para Luc, pero la ignora.

Nat sabe que no era momento para una escena de celos, así que se tragó las ganas de preguntarle con desdén, si a ella también la había sacado de algún apuro. Tras un silencio de miradas al fondo de sus vasos, decide irse a bailar con las tripas brincándole irritadas. Carlos fue como un perro babeando tras su rastro, cuando chasqueó los dedos para que espabilase y la siguiera. Y no era para menos, Natalia iba torciendo cuellos por donde pasaba.

La chica del club.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora