19

4.5K 184 16
                                    

Había oído muchas veces que después de la tormenta llegaba la calma. Que después del invierno las flores florecían. Que los animales despertaban. La nieve se derretía y dejaba ver lo que realmente era el paisaje.

Había aprendido que por muy hundida que estés, siempre hay algo que te saca para flotar. Aun que sea una mínima cosa; una sonrisa, una abrazo, una canción, un silencio, un 'te quiero'... Una adicción.

Todo el mundo dice que las adicciones pueden arrastrarte a la locura, o incluso a la muerte. Que con terapia todo se soluciona y que todo el mundo puede recuperarse de cualquier cosa del todo pero, ¿puede una rosa marchita recuperar su olor? Creanme que no.

El tiempo pasa. La gente que estaba a tu lado se marcha cuando ve que las cosas no funcionan contigo misma. Te odian. Te miran diferente. Te hacen daño. Te mienten... Y, sin darte cuenta, has vuelto hacia atrás en el tiempo y por mucha terapia y recuperación sigues en el mismo jodido sitio que antes, porque... ¿una adicción te lleva a la locura o te ayuda a superarla?

[...]

Había salido de la ducha hace más de cinco minutos y no había hecho mas que mirarse fijamente al espejo. Mamá la había llamado varias veces pero la contestaba «voy» para que se callara.

Cogió el peine y cepilló su pelo lentamente mientras tenía la mirada perdida. Habían pasado tres días desde que se acostó con Justin y las cosas iban genial, aunque ella se sentía enferma. Había vomitado un par de veces, pero no lo dio importancia.

Siempre se dijo que no se entregaría a nadie que conociera de hace poco. Y realmente no falló eso. Conocía a Justin desde hace bastante tiempo y siempre le gustó pero... Oh dios mio, su arrogancia dejaba tanto que desear...

Era el típico tío que se las llevaba a todas a la cama pero, a las tantas de la madrugada, cuando esa tía dormía en su cama -en la misma que habían dormido otras veinticinco- siempre acababa fumandose un cigarro asomado en su ventana preguntándose que mierdas hacía con su vida. Ni siquiera sabía lo que quería en esta. Estaba demasiado concentrado en follar, beber, fumar... Maneras de matar el tiempo, y seguramente su vida.

_______ terminó de vestirse y salió de su habitación sigilosamente. Rezaba con sus cinco sentidos que su madre se hubiera marchado a trabajar porque no la apetecía nada explicarla el comportamiento de aquellos días. Podría decirle que tenía el período o que algún examen la había salido mal pero... ¿A quien iba a engañar? Su madre no era tonta y después de firmar aquel papel sabría que todo tendría que ver con Justin. Pero, ¿quien era ella para llevar la contraria a ese jodido papel? Nunca la gustó atarse a las personas. No hacía aquello por ese papel, sino porque ella amaba a Justin. La había demostrado tanto en tan poco tiempo...

- ¿Mamá? - sonrió al sentir el silencio en su casa.

Cogió su teléfono y observó que era temprano, alrededor de las diez de la mañana, así que posó su móvil en la mesa y se hizo un té.

Volvió a coger su teléfono y salió a su jardín a terminarse la taza de aquel delicioso té inglés que su madre había comprado en el Súper ayer. Dio un trago y cerro los ojos saboreando el exquisito sabor.

Su móvil sonó y ella sonrió.

- ¿Sí?

- Nena... Todo saldrá bien, ¿vale?

- ¿Que dices, Justin? ¿De que hablas? - sonaba demasiado confusa para lo asustada que estaba.

Segundos después, justo cuando Justin la explicó donde se encontraba, _______ había derramado su té favorito mientras ahogaba un llanto.

* * *

Próximamente...

- Busco a Justin Drew Bieber, ¿puede dirigirme a él?

- Celda 122, acompañeme.

[...]

- Señorita, sé que son tiempos difíciles pero en su estado no deber...

- ¿En mi estado? ¿Cual se supone que es mi estado?

Addiction » j.bDonde viven las historias. Descúbrelo ahora