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-  Tenía 16 años. Empezaré yendo al grano. Tenía depresión, bulímia y sufría un transtorno de bipolaridad.

Nunca hubiera sabido que estaba tan mal. Siempre decía "vamos, _______. Puedes con ello." Creí que en cuatro o cinco meses volvería a ser la misma ______ que antes. Pero ese momento nunca llegó.

Mi vida se resumía en levantarme, ir al instituto, llegar a casa, llorar, hacer la tarea e ir a dormir otra vez. Y al día siguiente lo mismo. No. Ni siquiera comía. Y si comía algo lo vomitaba después.

Cuando bajé cinco kilos en menos de un mes. Cuando sufría fuertes desmayos cada día. Cuando cada vez el frío se apoderaba de mi con más fuerza, mi madre comenzó a preocuparse.

Me preguntaba cada día si me pasa algo. Era obvio. Hasta que un día me dijo "vamos, ______, he quedado con una amiga y me tienes que acompañar."

Y llegamos al hospital.

Allí me hicieron muchos chequeos. Estuve un día entero entre médicos y pruebas. ¿Los resultados? Anorexia.

De allí me mandaron a un psiquiátrico, donde estuvieron casi dos horas preguntándome cosas de todo tipo.

¿Los resultados? Depresión grave con estrés y ansiedad alta. Bipolaridad. Bulimia.

A los dos días interné en rehabilitación. Cuatro meses después de una intensiva terapia sin relación con el exterior salí de allí. Y bueno... Ahora... te lo estoy contando a ti, Justin.

Sonreí intentando camuflar las lágrimas de mi rostro. Él se mantuvo en silencio. Su respiración se oía por toda la habitación.

El silencio se prolongó durante tres o cuatro minutos.

-  ¿Y por qué coño...

-  Por qué coño caí en eso. Eso es lo que quieres saber, ¿no?

El asintió.

-  Justin, cuando una persona lleva toda su vida siendo secundaria. Siendo ignorada. Lleva toda su vida luchando y viviendo sola, llega un momento en el que todos sus sentimientos están a flote y revientan.

-  Lo siento mucho, _______.

Miró hacia abajo. Se frotó la cabeza con sus manos. Yo iré el reloj. Era ya muy tarde.

-  Creo que va siendo hora de irme, Justin. Es tarde.

Me levanto y recojo mis cosas.

-  Sí. Te acompaño a la puerta.

                                    ~~

-  Entonces...

-  ¿Entonces qué, Justin?

-  Que... mañana nos vemos... ¿no?

-  Claro

Sonreí. Él fue a cerrar la puerta.

-  Justin.

La puerta se abrió a la velocidad de la luz y allí seguía él. Tan perfecto como siempre lo había sido.

-  ¿Qué te parece quedar mañana en mi casa? Para terminar el trabajo.

-  Claro, me encantaría.

-  Entonces hasta mañana.

     Jueves.

     7:15 am.

El despertador y los diminutos rayos de sol que entraban por los huecos de las cortinas de mi habitación me despertaron.

Abrí un poco los ojos. Pero los volví a cerrar. Estaba demasiado cansada.

Apenas había dormido.

Y no. No fue por él, sino por lo que recordé el día anterior. El recuerdo todavía conseguía que derramara alguna lágrima.

Volví a abrir los ojos.

-  Mierda, las siete menos cuarto. Joder, ¡qué tarde llego!

Me levanté a todo lo rápido que mis piernas pudieron. Cogí lo primero que vi y me vestí.

Baje a la cocina corriendo.

-  Mamá, llego muy tarde, y con 'muy tarde' me refiero a MUY TARDE. Ya desayunaré por el camino.

-  Cariño, desayuna aquí, por favor.

Miré a mi madre. Sus ojos transmitían lo que no quería que transmitieran.

-  Ma, no te preocupes, por favor. Te prometo que comeré algo.

-  Esta bien. Hasta luego, mi niña.

La lancé un «te quiero» y salí de casa corriendo.

Addiction » j.bDonde viven las historias. Descúbrelo ahora