15: Respuestas II

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-  Así que te vas a rajar, ¿eh, Bieber? Pensaba que eras más duro.

-   Y yo pensaba que era más cabrón pero veo que no, así que me largo.

Matthew camina de un lado a otro de la habitación con un cigarro a medias en la boca, de la que salen pequeños hilos de humo. Ríe y de vez en cuando da un pisotón.

-   Oh, vamos. Algo tiene que haber. No te creo.

-   No hay nada. Me voy y punto. Me he cansado.

Me acomodo en el sillón de cuero granate del despacho de Matthew y río suavemente. Será capullo...

De repente, tira su cigarro casi consumido al suelo y corre hacia la mesa, frente a mi, donde da un puñetazo en ella y se acerca a mi.

Escuchame bien Bieber, esto no es un puto juego, estoy hablando muy en serio.

Hago una mueca y me acerco todavía más a él.

-  Sabes que yo siempre hablo en serio, mi querido Matt. - Me levanto y me pongo mi chaqueta de cuero. - No me busques.

Cojo las llaves de mi Mustang y salgo del edificio.

Podría haber matado a mucha gente. Podría haber robado a muchos ricos cabrones. Podría haber sido el peor ser humano de la Tierra, pero estoy harto de ser ese monstruo en el que me he convertido.

Llego a casa y entro a la cocina, abro la nevera y cojo la botella de zumo de naranja, que sirvo en un vaso. Me siento en uno de los taburetes de la mesa y bebo un sorbo con los ojos cerrados. Mi mente trata de dejar de pensar en lo que acababa de pasar, pero no me hago a la idea de que si lo que acabo de hacer es por puro aburrimiento o por algo más.

De repente de la parte del piso de arriba se oyen unos ruidos; pasos y voces, pero no entiendo lo que dicen. Me quedo sentado en la cocina, mirando la puerta de esta, que está entreabierta y puedo llegar a ver fuera sin que me lleguen a ver a mi.

Mi madre pasa la primera. Sigue hablando sobre algo de una rehabilitación y una promesa. Después de ella puedo lograr verla junto a una mujer que debe de tener la edad de mi madre, la cual sigue hablando mientras las dos otras chicas le miran. La más mayor tiene los ojos rojos, una ligera sonrisa adornando su rostro y esta abrazaba a la menor, que tiene la piel blanca, que parece porcelana, y lleva una sudadera que la tapa sus manos.

Mi madre camina hasta la puerta principal, oigo que la abre y se despide de ellas. Segundos más tarde entra a la cocina y se sirve un vaso de zumo, como el mío.

-   Era ella, ¿verdad?

Ella se termina el zumo y estampa con fuerza contra en frío mármol unos papeles.

-   Sí, era ella.

Y dicho esto sale de allí.    

Estaba tumbado en mi cama boca arriba mirando al techo de mi habitación. Quería llorar pero a la vez quería reir. Quería ir a ______ y gritarle que no tenía razón pero a la vez quería abrazarla darla besos por todo el cuerpo y decirla que aquel jodido papel decía que era mia.

Solo me llegaban llamadas de Jasmine. Una y otra vez. Tendría como ocho o nueve, aun que tampoco me importaba. La única razón por la que miraba la pantalla cada vez que me llegaba una llamada era porque, quizá, en lo más profundo de mi, tenía la esperanza que la que llamaba era _______.

Mi móvil sonó por décima vez y miré de reojo la pantalla, con la fe perdida, esperando encontrar el nombre "Jasmine" en ella. Pero salté de la cama cuando leí "________" reflejado con su número de teléfono bajo su nombre. Y antes de cogerle no pude evitar soltar una tonta risa. ¿Desde cuando cojones había empezado a sentir algo por ella?

Addiction » j.bDonde viven las historias. Descúbrelo ahora