La vida en el emocionante mundo de la Fórmula 1 seguía su curso, y Mick y yo habíamos encontrado un equilibrio perfecto entre el amor y la pasión por las carreras. Los días se llenaban de entrenamientos, competencias y emocionantes viajes por todo el mundo. Pero también encontrábamos tiempo para disfrutar de las amistades que habíamos construido en el paddock.
Una tarde soleada en el paddock de Silverstone, nos reunimos con nuestros amigos pilotos. Charles Leclerc, el joven y talentoso piloto de Ferrari, había estado tratando de conquistar a Amelia desde hacía algún tiempo, aunque en broma y con respeto, ya que todos sabían que su corazón pertenecía a Mick.
"Parece que finalmente te has rendido, Charles", bromeó Mick mientras saludaba a su amigo.
Charles rió. "Bueno, Mick, algunos necesitamos más tiempo para aceptar la realidad", respondió con una sonrisa juguetona.
La tarde transcurrió entre risas y anécdotas. Pierre Gasly, el piloto de AlphaTauri, compartía historias divertidas sobre sus aventuras en la pista, mientras Lando Norris, el carismático piloto de McLaren, hacía chistes y comentarios ingeniosos.
Amelia se había convertido en una figura querida en el paddock, conocida por su simpatía y su capacidad para hacer que todos se sintieran bienvenidos. Los lazos entre los pilotos jóvenes se habían fortalecido con el tiempo, y ahora formaban una especie de hermandad en medio de la competitividad de la Fórmula 1.
Después de un ajetreado día en el paddock, Mick y yo regresamos a nuestro motorhome, donde mi padre, Alberto, nos esperaba con una sonrisa. Durante su carrera en la Fórmula 1, había forjado una amistad duradera con algunos de los pilotos más icónicos, aunque algunos de ellos ya se habían retirado debido a la edad o a lesiones.
"Amelia, Mick, he estado hablando con algunos de mis viejos amigos", dijo mi padre misteriosamente mientras servía unas copas de vino.
Nos miramos intrigados, esperando a ver qué tenía en mente.
"Resulta que algunos de ellos han expresado su deseo de conocerte, Amelia", continuó Alberto. "Y están ansiosos por verte en el próximo Gran Premio en Monza".
Mis ojos se abrieron con asombro. Conocer a las leyendas de la Fórmula 1 era un sueño hecho realidad. Mick me tomó de la mano y sonrió.
"¿Qué leyendas serán, Alberto?", preguntó Mick emocionado.
Mi padre asintió. "Hemos planeado una cena en Monza con algunos de los grandes nombres de la Fórmula 1. Será una oportunidad única para que te conozcan y compartas historias".
Las semanas pasaron volando, y finalmente llegó el día de nuestra cena en Monza con las leyendas de la Fórmula 1. El restaurante estaba lleno de emoción y nostalgia, ya que los antiguos pilotos compartían anécdotas de sus días en la pista. Entre ellos se encontraban leyendas como Jackie Stewart y Alain Prost, quienes habían dejado una marca indeleble en la historia del automovilismo.
Amelia, aunque abrumada por la magnitud del evento, se sintió honrada de estar rodeada de aquellos que habían escrito las páginas doradas de la Fórmula 1. La noche pasó volando, llena de risas y recuerdos, y Amelia se dio cuenta de que estaba siendo testigo de un momento verdaderamente especial en el mundo del automovilismo.
Cuando regresamos a nuestro motorhome esa noche, Amelia miró a Mick y a mi padre con gratitud en sus ojos. Había encontrado un lugar en el corazón de la Fórmula 1, y los secretos y las historias compartidas por las leyendas de este deporte la habían dejado aún más enamorada de este emocionante mundo.
Los días pasaron, y la emoción del Gran Premio de Monza se hizo palpable en el paddock. Amelia se preparó para conocer a las leyendas de la Fórmula 1, y Mick compartía su emoción. La cena estaba programada para la víspera de la carrera, en un lugar exclusivo en el corazón de Monza.
La noche llegó, y Amelia lucía radiante en su vestido negro elegante. Mick, vestido con un traje impecable, le ofreció el brazo y juntos entraron al restaurante lleno de historia. Las miradas de admiración de los pilotos retirados, las leyendas del pasado, se centraron en la pareja joven que estaba a punto de unirse a su círculo.
La cena transcurrió con elegancia y emoción. Amelia compartió risas y anécdotas con Jackie Stewart, quien le habló de su pasión por la seguridad en las carreras y la importancia de la familia en su vida. Alain Prost, el legendario piloto francés, elogió el compromiso y la dedicación de Mick en la pista.
Después de la cena, mientras disfrutaban de una copa de vino, Amelia escuchó con asombro las historias de carreras de Emerson Fittipaldi y Nigel Mansell. Cada leyenda tenía su propia perspectiva sobre el mundo de la Fórmula 1, y Amelia estaba encantada de escucharlas.
La noche llegó a su fin, y Amelia y Mick se retiraron a su motorhome. Estaban exhaustos pero llenos de gratitud por la experiencia única que habían vivido. Se acurrucaron juntos en la cama, y Amelia sonrió.
"Mick, esta ha sido la mejor noche de mi vida", susurró, mirándolo con amor en sus ojos.
Mick la abrazó con ternura. "Lo sé, cariño. Estoy feliz de que hayas tenido la oportunidad de conocer a estas leyendas y de que compartieras este momento conmigo".
Se besaron apasionadamente, sellando una noche llena de recuerdos que atesorarían para siempre. La Fórmula 1 les había brindado no solo la pasión por las carreras, sino también amistades invaluables y momentos inolvidables.
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Amor a la Alemana | Mick Schumacher
FanfictionAmelia, una joven muy conocida en el medio nacional e internacional. Nacida y criada en Argentina, actualmente viviendo en Mónaco, Montecarlo. Hija de Roberto Maxwell, un empresario en la industria de automovilismo. Ex piloto y campeón con 30 victor...