Capítulo 12: Conversación Nocturna

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El almuerzo había concluido. Nos despedimos de la familia Schumacher y nos dirigimos, con Arnold, al hotel. Mi padre y yo estábamos sentados uno al lado del otro dentro de la limusina. Habíamos pasado una tarde maravillosa. Ya había escurecido un poco pero aún era de día. El reloj de mi celular marcaba las seis y media. El tiempo había pasado volando entre charlas, risas y anécdotas. Todo fue perfecto, más aún, después de la declaración del alemán. Estaba un poco nerviosa por la reacción de mi padre, aunque, ya había tenido algunos novios, ésta vez se sentía distinto, quizás porque se trataba del hijo de uno de los amigos más importantes de mi progenitor. Mientras miraba por la ventana pude observar las hermosas luces de la ciudad. Me había perdido, una vez más, en mis pensamientos hasta que mi padre habló.

"Así que... ¿tú y Mick? ¿Cuándo sucedió eso?" Habló mi padre, rompiendo el silencio que había dentro del vehículo.

"Si... Bueno... No estás enojado ¿Verdad?" Le pregunté.

"Por supuesto que no, Mick es un chico excelente. No podría pedir menos para mi pequeña. Sólo tengo miedo de que la prensa se ponga en tu contra." Dijo mientras tocaba mi cabello como cuando era una niña.

"Todo pasó muy de repente pero estoy feliz, aunque recién nos estamos conociendo. No quiero apresurar las cosas. Eso no pasará, te lo aseguro." Hablé.

"Me parece bien, sobre todo después de lo que pasó con Marco. Siempre vas a tener mi consentimiento, sea a quien sea que elijas." Dijo mientras me acariciaba la mejilla cariñosamente.

El camino hacia el hotel fue tranquilo. Sólo podía pensar en Mick y en su declaración ante la familia. Estaba contenta de que mis sentimientos sean recíprocos, y como le había comentado a mi padre, no quería apresurarme, no después de lo que ocurrió con Marco. Me llamaba la atención todo lo que había cambiado el alemán desde que lo conocí hasta el día de la fecha. Pasó de ser un hombre frío y sin querer compromiso, a ser un pastelito dulce y tierno que tiene mucho para ofrecer.

Al llegar me di una ducha porque mi piel estaba pegajosa luego de pasar la tarde al sol. Cuando salí del baño, me puse un pantalón de algodón holgado y una remera básica de manga corta, la temperatura había bajado pero no lo suficiente. Tenía ganas de salir a hacer compras al supermercado y de paso, conocer más los alrededores. Si bien podía comer en el hotel, hoy tenía ganas de preparar algo hecho por mí. Mi habitación contaba con una mesa pequeña de madera, cocina, una mesada hermosa de mármol blanco y una heladera, también, blanca. Nunca me había interesado en cocinar hasta hoy. Cuando terminé de cambiarme, me puse mis zapatillas deportivas, agarré bolsas de tela ecológicas y mi billetera. Antes de dirigirme a la recepción, toqué la puerta de mi padre para saber si necesitaba algo.

"Voy a ir al supermercado, ¿Necesitas algo?" Le pregunté cuando me abrió la puerta.

"No, no. Gracias igualmente ¿Querés que te acompañe?" Preguntó en respuesta.

"No es necesario. Según Google Maps hay supermercado a pocas cuadras." Le respondí. Siempre me guiaba con el mapa porque soy la persona que menos sentido de la orientación tiene en todo planeta, siempre llego a todos lados gracias a la aplicación.

"¿Por qué no llamas a Arnold? Es un poco tarde para salir." Dijo mi padre preocupado.

"No hace falta, de verdad." Contesté con una sonrisa.

"Está bien pero lleva tu celular y me avisas cuando estés ahí." Comentó.

"Lo haré. Nos vemos luego, quizás podemos comer juntos después." Le dije.

"Eso sería genial, ve con cuidado." Se despidió de mí.

Ahora sí, iba camino a la salida. El hombre de la recepción me saludó cálidamente como todos los días. Me detuve unos segundos para comprobar el recorrido en mi celular. Sólo eran tres cuadras y media, aproximadamente. Mirando mi celular empecé a caminar. No me importaba mucho tener mi celular a la vista de todos porque Mónaco, por suerte, es una ciudad bastante segura en comparación de otros países europeos. Tampoco había muchas personas en las calles.

Amor a la Alemana | Mick SchumacherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora