Capítulo 6: Un Alemán al Rescate

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Pocos segundos después, Marco, el italiano, vio el mensaje. Estaba tan nerviosa por lo que podría decir que empecé a morderme las uñas. El chat aún decía "Escribiendo". ¿Por qué tardaba tanto? ¿Estaba borracho y por eso no podía escribir adecuadamente? ¿Estaba borracho cuando me dio el papel? Las palabras de Mattia volvieron a mi mente. Parece que a Marco le gusta mucho la bebida.

Amelia Maxwell: ¡Hola! Soy Amelia.

Italiano Sexy: Escribiendo...

Italiano Sexy: Escribiendo...

Italiano Sexy: ¡Oh! No creí que funcionaría tan rápido. A decir verdad, tuve la motivación de Chiara para darte el papel. Ya sé que nos conocemos hace solo un par de horas, pero me gustaría invitarte a tomar un café. ¡Cuando tengas tiempo! Por supuesto.

Amelia Maxwell: Me encantaría, mañana estoy libre.

Italiano Sexy: Te espero en "Le Blue Bay" a las 5 p.m. Esta es la dirección: 17 Av. Des Spélugues.

Amelia Maxwell: Me parece perfecto, nos vemos.

Después de este intercambio de mensajes, me sentía emocionada por la cita con Marco, pero también tenía algunas dudas. ¿Sería realmente una persona confiable? Mi mente estaba llena de preguntas y preocupaciones mientras me preparaba para la cita.

El reloj marcaba las 6 a.m., y habíamos pasado una noche divertida que había terminado con un giro inesperado. Marco, el hijo de Mattia y Sabina, me había dicho que era hermosa y me había dado su número telefónico en un lapso de tiempo muy corto. Necesitaba procesar toda esta información. Me quité el maquillaje y me acosté, con la luz todavía encendida, mirando el techo. Las preguntas inundaron mi mente. ¿Realmente le gusté o estaba borracho? ¿Por qué siempre asumo que los hombres tienen segundas intenciones cuando se acercan a mí? ¿No pueden quererme de verdad? Estas dudas eran una constante en mi vida, y vivir rodeada de personas con segundas intenciones había minado mi autoestima. Quizás estaba equivocada; la familia Binotto parecía ser muy amable, ¿sería Marco la excepción? Tal vez podría averiguarlo pronto.

Mis pensamientos me sumieron en un sueño profundo, y dormí hasta las tres de la tarde. No tenía ganas de levantarme, pero la idea de salir con Marco me llenaba de ansiedad. Finalmente, me decidí a enfrentar la tarde y me dirigí a la ducha. Después, me vestí con un jean rosa claro y una camiseta a juego, completando el atuendo con unas sandalias beige. Me maquillé de manera natural y salí hacia la recepción del hotel. Antes de tomar un taxi, le avisé a mi padre que estaría fuera unas horas. Arnold lo había llevado a la casa de otro amigo, así que hoy no podía llevarme. Mi padre tenía muchos amigos en Mónaco y no quería dejar de saludar a ninguno de ellos.

Salí a la vereda y levanté la mano para llamar la atención de un taxi. Uno se detuvo a mi lado, subí y saludé al conductor amablemente. Me llevó a la dirección que le proporcioné, y llegamos puntualmente. Aproveché el viaje para tomar fotos de las hermosas calles de Mónaco. El conductor fue agradable y me hizo compañía durante el trayecto. Noté que habíamos llegado cuando frenamos frente a "Le Blue Bay", una cafetería que no parecía una cafetería, con una decoración marina impresionante.

Le pagué al taxista y entré al local. Marco ya estaba allí y me hizo una señal para que me uniera a él. Me saludó con un beso en la mejilla y tomé asiento. Al mirar alrededor, quedé impresionada por la belleza del lugar.

"Vaya, este lugar es hermoso y cautivador", comenté mientras admiraba la decoración marina.

"Por eso lo elegí. Un lugar hermoso para una chica hermosa", respondió Marco con una sonrisa coqueta. Le devolví la sonrisa, aunque sus comentarios me desconcertaban un poco. Sus ojos marrones eran penetrantes y llamativos, invitándome a mirarlos y perderme en ellos.

Luego, pedimos nuestras bebidas y mientras esperábamos, Marco inició una conversación.

"Me sorprende que hayas aceptado mi invitación", dijo Marco.

"¿De verdad? ¿Por qué lo dices?", pregunté frunciendo el ceño.

"Porque apenas nos conocemos. Tal vez eso te hiciera dudar", respondió Marco encogiéndose de hombros.

"Lo cierto es que nos conocemos desde la infancia, al menos según lo que dijeron nuestros padres. Eso me dio confianza", le expliqué. A pesar de que me sentía cómoda con él debido a la conexión familiar, algo en su actitud comenzaba a inquietarme.

La conversación continuó, y Marco hizo un comentario posesivo que me hizo sentir incómoda. La alegría inicial de la cita se estaba desvaneciendo rápidamente, ya que sus comentarios estaban empezando a parecer controladores. A medida que hablábamos, sentía que Marco mostraba una nueva cara, una faceta posesiva que no me gustaba.

"Me gusta tener a las mujeres solo para mí, no me gusta compartirlas", dijo con un tono que no me gustó en absoluto.

"No soy una posesión, Marco. Soy una mujer con nombre y apellido", respondí con determinación, aunque quizás de manera un poco exagerada. Sus comentarios y actitud posesiva comenzaron a inquietarme seriamente.

Marco intentó aliviar la situación, pero su actitud no me convenció. A partir de ese momento, mi entusiasmo inicial se convirtió en miedo. No porque pensara que me haría daño, sino porque sus acciones y palabras estaban comenzando a revelar una personalidad posesiva y controladora.

Finalmente, llegó un momento crítico cuando un alemán inesperado entró en la escena y cambió todo.

"¿Qué haces con este trottel?", preguntó el alem

án, y su presencia enojada era evidente. Marco lo miró con incredulidad mientras yo estaba perpleja ante esta repentina confrontación.

"¿Qué me dijiste?", preguntó Marco, a punto de levantarse de su silla y enfrentarse al alemán. Mick, el alemán, parecía completamente imperturbable ante la reacción de Marco.

"Du bist ein Idiot", dijo Mick tranquilamente, lo que pareció enfurecer aún más a Marco.

"¿Por qué estabas con este imbécil?", preguntó Mick dirigiéndose a mí.

"Me invitó a tomar un café", respondí avergonzada, completamente confundida por lo que estaba ocurriendo.

"No sabía nada. Lo siento", agregué, sintiéndome más perdida que nunca.

Mick reveló que Marco era un machista peligroso y mencionó un incidente anterior con una exnovia que había resultado en una visita al hospital. Mis dudas y miedos comenzaron a confirmarse. Había aceptado la cita sin conocer realmente a Marco.

Mick, sin dar más detalles, explicó que mi padre le había contado sobre mi cita con Marco y que había venido para asegurarse de que estuviera segura. Luego, me llevó fuera de la cafetería, ignorando los gritos de Marco.

Mick me llevó en su Ferrari F8 Tributo y nos alejamos de la cafetería, sin decir una palabra durante un rato. La tensión era palpable.

"No es tu culpa", finalmente habló Mick, rompiendo el silencio.

Pregunté a Mick por qué él había venido en mi ayuda y por qué no había usado a los guardaespaldas de mi padre, lo que me dejó aún más desconcertada.

"Porque tu padre confía en mí y me prometió que cuidaría de ti como si fueras mi propia vida", dijo Mick con seriedad.

A partir de ese momento, mi confusión se mezcló con la gratitud por la intervención de Mick. La cita con Marco había pasado de ser algo emocionante a una experiencia aterradora. No sabía qué me depararía el futuro, pero al menos estaba lejos de Marco.

Amor a la Alemana | Mick SchumacherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora