𝐖𝐢𝐬𝐞 𝐚𝐬 𝐚𝐧 𝐎𝐥𝐝 𝐐𝐫𝐨𝐰 (𝐓𝐫𝐚𝐝𝐮𝐜𝐢𝐝𝐨)

II

Mi estúpido evento laboral ha terminado. Sí. Todo salió bien, con muchos elogios y algunas solicitudes (nuevamente) para que presidiera discursos para otras personas, lo que todos rechacé cortésmente. Ahora solo me queda un poco para ponerme al día con todo el trabajo que me hizo retrasar la organización del evento, pero no dejaré que eso interfiera con las actualizaciones.

Gracias a todos por su paciencia.

Capítulo 2

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Lo peor del invierno pasó en la miseria. Hacía frío, oscuridad, tormenta y despiadado, y Qrow se preguntó cómo él y Raven habían sobrevivido la primera vez. A pesar de todo, quería decir, pero la realidad era que podía recordar muy poco de ese tiempo. Recordaba la muerte de sus padres y haber sido expulsado a las afueras de la tribu, pero no los meses en sí, lo que sugiere que debieron haberlos pasado en una agonía y una mala salud que había olvidado. Era probable que los dos hubieran pasado el invierno arrastrándose y sobreviviendo por los pelos, gracias a pura suerte, determinación y la desesperada voluntad de sobrevivir.

Esta vez las cosas fueron un poco más fáciles. Solo un poco. En cambio, cojeaban y tenían suficiente fuerza para mantenerse en pie y suficiente comida en el estómago para no ser llevadas a los extremos que tenían las otras ratas. Muchos de ellos estaban muertos. De hecho, la mayoría de ellos. El invierno había sacrificado a los débiles y dejado solo a los fuertes, lo que Qrow sabía que encajaba perfectamente con la retorcida filosofía de la tribu. Pronto les darían la bienvenida y les dirían que se habían «ganado» su lugar. Al menos recordaba que eso había sucedido la última vez.

Ya habían pasado meses, tiempo suficiente para estar seguro de que no estaba soñando, y tiempo suficiente para darse cuenta de que realmente estaba atrapado en el cuerpo de su yo más joven en el pasado. Qrow se sentó de espaldas al baúl interior seco y Raven a su costado. Era demasiado pequeño para no estar amontonados, y eso era una ventaja porque necesitaban compartir el calor. Las pesadas mantas y la ropa que había hecho con su ayuda habían evitado que se congelaran, pero eso no significaba que estuvieran cómodos.

Levantándose silenciosamente, colocó la cabeza de Raven sobre una tela enrollada y salió sigilosamente del baúl, apartando la cubierta de tela gruesa. Había apilado el exterior con madera para protegerlos del viento frío y ocultarlos, y los volvió a colocar en su lugar. Ya había amanecido y el aire era frío, pero no tan frío como por la noche.

«Extraño mi departamento», pensó Qrow.

Extrañaba ser arrastrado de mala gana a la casa de Tai para pasar la Navidad con Ruby y Yang y emborracharse frente a un fuego crepitante después de comer demasiada comida y luego relajarse con Tai y Zwei después de que las chicas se fueran a la cama. Extrañaba el cómodo sofá que seguía robando. Extrañaba el desayuno con resaca compuesto por huevos, tocino y las sobras de la noche anterior. Extrañaba muchas cosas, algunas sentimentales, otras reconfortantes y otras a las que simplemente se había acostumbrado, como trabajar en la plomería, el agua del grifo y la capacidad de orinar sin que se le congelaran las pelotas.

Se había vuelto blando, como solía decir Raven, y él siempre lo había rebatido diciendo que era más resistente que nunca. Bueno, ella había tenido razón. Se había vuelto blando. Todas esas pequeñas comodidades de la vida civilizada que dabas por sentado habían sido arrasadas, y aunque él pudo sobrevivir, y lo había hecho, eso no significaba que no estuviera añorando un baño caliente, un toallero caliente y varias tazas de café instantáneo.

En cambio, habían derretido nieve, ardillas congeladas que se habían quedado atrapadas en su trampa, murieron y se convirtieron en hielo, y todas las bayas silvestres que Raven pudo encontrar. Qrow golpeó a la ardilla contra el árbol y gimió porque no solo hacía un sonido desagradable sino que abollaba la madera. Realmente ahora era un carámbano sólido con sabor a ardilla. En su lugar, tomó un trozo de madera que había estado tallando en su tiempo libre, ahora de un buen metro y medio de largo y con su punta afilada endurecida en el fuego, y se dirigió hacia el río.