𝐖𝐢𝐬𝐞 𝐚𝐬 𝐚𝐧 𝐎𝐥𝐝 𝐐𝐫𝐨𝐰 (𝐓𝐫𝐚𝐝𝐮𝐜𝐢𝐝𝐨)

LXIV

La tormenta no causó ningún daño real aquí, por lo que la carga se realiza como de costumbre.

Arte de portada: Aristeo Storm

Capítulo 64

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Los restos quemados de los edificios se alzaban ennegrecidos y abandonados, y una fina capa de ceniza crujía bajo los pies cuando Qrow entró. El techo se había derrumbado horas antes, cediendo ante el peso de las paredes dañadas. Los habitantes que todavía estuvieran dentro habrían quedado aplastados, pero él esperaba que se hubieran ido mucho antes de que se extendieran los incendios. La única pregunta era si se habían ido y escapado o se habían topado con los Grimm.

Había un frío desinterés en sus pensamientos que no nacía del cinismo sino de la necesidad. Había estado en numerosas misiones como esta en su vida y cada cazador tenía que ser capaz de enterrar sus emociones cuando llegaba el momento. No para apagarlas, eso era tan imposible como autodestructivo, sino para dejarlas de lado y tragarse el horror durante la hora o dos que se necesitaba para contemplar un asentamiento destruido. A algunos les resultaba más fácil que a otros. Qrow era uno de los afortunados que lo lograba, aunque la razón para ello era que había sido criado en una tribu que veía la muerte con regularidad.

Tras abrir una puerta torcida y astillada que se había desprendido de sus bisagras, Qrow entró en lo que alguna vez habría sido una sala de estar. Habían sobrevivido algunos muebles, incluida la carcasa de un televisor con el vidrio destrozado y un solo sofá, aunque estaba quemado hasta quedar en un tono ceniciento y parecía que iba a desmoronarse si alguien se sentaba en él.

—Igual que los demás —dijo, dándose la vuelta y marchándose—. Los incendios fueron los que más daños provocaron, pero no hay cuerpos quemados.

Los habría olido si los hubiera. La carne humana se cocinaba bien (por horrible que pareciera) y el olor era muy fácil de percibir. Probablemente se debía a toda esa grasa inherente a la gente de hoy en día, una vida de alimentos procesados ​​y dietas poco saludables que proporcionaban mucha grasa para derretir cuando un cuerpo se quemaba. La ausencia de esta grasa encajaba con la narrativa de un ataque de los Grimm. Muchos de los cuerpos estaban afuera, los incendios habían quedado en segundo plano.

—Pero ¿por qué? Una o dos casas podrían ser un accidente o los Grimm propagando las llamas, pero que todas se quemen parece conveniente. A menos que estemos tratando con un nuevo tipo de Grimm que escupe fuego, esto no tiene sentido.

María se balanceaba sobre sus muletas en el centro del pueblo, después de haberlo dejado para que explorara más a fondo. En realidad, no había un solo cazador entre los dos, pero ya no había ningún Grimm de los que preocuparse.

—¿Hay algún registro de que los cazadores que evacuaron el lugar iniciaron los incendios? —preguntó—. ¿Quizás para atrapar a los Grimm dentro?

—No —María sacó su scroll y estaba hojeando los detalles de la misión—. No se menciona ningún incendio en sus informes. Por supuesto, eso no significa que no los hubiera. Es posible que estuvieran más concentrados en sacar a los civiles que en tomar nota.

Razonable. Siempre fueron los inocentes los que llegaron primero.

—¿Te molestan los incendios? —preguntó.

—Simplemente parece llamativo, eso es todo. Dudo que los habitantes hayan incendiado sus casas, y los Grimm no verían la necesidad. Puedo aceptar algunos como accidentes, daños incidentales, pero no todos. Tampoco es que las casas estén conectadas. Hay suficiente espacio entre ellas como para que un solo incendio no se propague tan lejos.