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97 días antes del juicio

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97 días antes del juicio.

5 de noviembre de 2011


Esa noche, una sonrisa genuina curvaba los labios de Karla como hace años no lo hacía. El evento que organizó y del que, por lo tanto, era anfitriona, significaba demasiado no solo en la guerra en la que tuvo que involucrarse años atrás, sino también en la guerra personal que ella libraba día con día, esa lucha que la obliga a ponerse de pie y no rendirse a pesar de las circunstancias.

Un par de días después de la captura de Sebastián, en compañía de Ramírez, asistieron hasta la oficina del presidente Castrejón en Los Pinos, con ese hombre tenían varias cuentas por aclarar. Fernando los recibió al instante y sin rodeos, era consciente de que negarse no era una opción. Apenas y los vio entrar apretó los labios y evitándose los prólogos sobre el clima y la familia y los saludos dichos a modo de introducción, se decidió a darles la cara y a hablar de los motivos que precedían dicha reunión.

—Quise luchar, en verdad quise luchar —dijo Fernando y les sostuvo lo mirada—, sin embargo esta guerra me ha sobrepasado. Yo ya no tengo nada más por hacer, todas mis batallas las he perdido.

Karla y Ramírez intercambiaron miradas ante el acto de extrema sinceridad del presidente; los rumores de que Fernando se había dado por vencido y refugiado en el alcohol parecían ser ciertos, en sus ojos podía verse la derrota, el cansancio y la desilusión. Pero ni el comandante ni tampoco la periodista estaban ahí para ser condescendientes, no eran sus amigos y no les interesaba serlo, a esas alturas de la guerra ya no podían ni deseaban ser comprensivos con quienes, en mayor o menor medida, eran los responsables de las atrocidades que tuvieron que vivir.

—Castrejón, a pesar de todo sigues siendo la figura con mayor poder en esta guerra, al menos en el papel —le dijo Ramírez sosteniéndole también la mirada—. Te quedan diez largos meses frente al mando de este país y no puedes simplemente encerrarte en tu habitación para esperar a que ese tiempo pase, no es algo que nosotros vamos a permitir... vas a luchar, y vas a luchar de nuestro lado, no tienes más opciones.

—¿Están seguros de que quieren tenerme en su equipo? —preguntó Fernando con ironía, incluso sonrió.

—Esto es lo que va a suceder —respondió Karla con la templanza que la caracterizaba—: públicamente va a nombrarme como la nueva dirigente de la organización por la paz y usted estará presente en mi toma de protesta, nada de representantes, lo quiero a usted ahí. Yo daré un discurso en apoyo a mi amigo Sebastián y usted, Fernando, estará a mi lado dejando bien claro que la presidencia apoya en su totalidad a la organización por la paz y cree en la inocencia de Sebastián, como usted lo ha dicho: ya ha perdido todas sus batallas, no le queda más diplomacia ni imparcialidad que demostrar.

—Ese no será ningún sacrificio —expresó Fernando mientras le sostenía la mirada a la periodista—, creo en la organización por la paz y creo también en la inocencia de Sebastián.

Trilogía Amor y Muerte lll: Los Hijos RedimidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora