95 días antes del juicio.
7 de noviembre de 2011
Emiliano miró a Willy en silencio durante algunos segundos, sin embargo, la consciencia de la conversación que había tenido minutos atrás con Salvador y Sebastián lo obligó a reaccionar y entrar en papel, a ser el Emiliano de siempre, aquel que Willy consideraba su hombre de mayor confianza.
—Willy, ¿puedes explicarme por qué demonios desapareciste por tanto tiempo? —exclamó Emiliano con la intención de que su reclamo sonora con la genuinidad de alguien que está molesto y desconcertado, pero que a la vez creé en la palabra del otro. En el fondo, Emiliano tenía dudas respecto a las decisiones que Willy tomó, se debatía sobre si sería lo correcto hablarle de frente al hombre que fue su mentor y amigo, no obstante, la imagen de Sebastián se hizo presente en sus pensamientos, apenas minutos atrás se habían prometido lealtad y Emiliano cumpliría con su palabra, por el contrario, Willy lo había abandonado y dado la espalda, su mentor tenía que volver a ganarse su confianza.
También en silencio, el dirigente de la DEA observó a Emiliano, solo que el análisis de Willy se alargó más allá de unos cuantos segundos, Emiliano lo conocía muy bien y sabía que lo analizaba a detalle para luego él reaccionar en consecuencia.
—Lo siento... —dijo Willy casi en un susurro—. Allá afuera las cosas no andan nada bien.
—Sé que las cosas allá afuera no andan bien, Willy, pero literalmente me abandonaste a la buena de Dios... tú y yo somos aliados, amigos, como hermanos... ¡Eres la persona en la que más confío! —Le clavó la mirada con firmeza.
—Mi hijo... mi hijo murió —declaró Willy y se le quebró la voz—, ayer lo sepultamos.
La declaración del dirigente de la DEA tomó a Emiliano por sorpresa, antes de ser procesado en prisión, supo que el hijo de Willy fue ingresado a un hospital por una sobredosis, pero jamás volvió a saber nada al respecto, asumió que Willy Junior la había librado y que su padre lo mandó a la mejor clínica de rehabilitación, ahora sabía lo equivocado que estaba. Las dudas volvieron a atacarle la consciencia, ¿acaso juzgaba a Willy de mala manera y de forma precipitada?, se preguntó, en la mirada del hombre logró apreciar el inmenso dolor por el que pasaba.
—Lo siento mucho, Willy —expresó Emiliano y moduló su voz—, yo... yo no sabía nada.
—No tienes por qué disculparte, no sabías nada porque tal y como los dices: yo te abandoné aquí a la buena de Dios. Quien debe disculparse soy yo, y es que quiero serte sincero, esta guerra me ha sobrepasado, me ha destruido de varias formas. —Willy al fin se atrevió a buscar y corresponder a la mirada de Emiliano.
—Creo que es algo que esta guerra ha hecho con todos... Salvador y Sebastián están aquí, pero creo que eso es algo que tú ya sabes. —Emiliano necesitaba analizar a detalle cada reacción de Willy—. Si te soy sincero, ya no queda nada del Sebastián que conocí, no sé qué tanto puedo confiar en él.
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Trilogía Amor y Muerte lll: Los Hijos Redimidos
RomanceLa captura de Sebastián por el asesinato del embajador estadunidense, Alexander Murphy, representa una derrota importante para Rosa Blanca, la organización que Sebastián creó para luchar en la siniestra guerra en la que fue obligado a ser partícipe...