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82 días antes del juicio

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82 días antes del juicio.

20 de noviembre de 2011


«Karime».

Ese era el nombre de la niña que, a partir de ese momento, se convertía en la hija de Andrea.

Antes de pasar a la casa hogar por ella, Andrea llegó a una de esas farmacias que aparte de ser farmacias son súper mercados, para comprar, además algo que le causaba pavor, una caja de chocolates y no llegar con las manos vacías; eligió los que ya sabía a la perfección eran los favoritos de Karime; los últimos tres meses, Andrea se había dedicado a estudiar a la niña a profundidad, gracias a ello descubrió que los chocolates favoritos de la pequeña eran esos blancos con trozos de galletas negras, descubrió también que a Karime no le gustaba jugar con barbies, prefería los bloques con los que podía construir castillos y que, además, la niña tenía una debilidad por los animales; lo supo cuando observó a la niña desde la distancia mientras en una de sus clases en el orfanato, una de las profesoras les puso un documental sobre animales de la selva y Karime, fascinada, observó el documental sin perderse detalle, Andrea pensó entonces que, quizá, el momento de tener una mascota en el hogar había llegado.

En cuanto la vio llegar al orfanato, la niña se abalanzó sobre ella para darle un abrazo, Andrea respondió al gesto de la pequeña con genuinidad, en los días que llevaba frecuentándola, la chiquilla se había ganado su cariño, un sentimiento tan puro que Andrea llegó incluso a desconcertarse. Luego de que el abrazo terminó, le entregó la caja con los chocolates y le dedicó una sonrisa; Karime, emocionada, corrió hacia la hermana Matilde, la directora del orfanato, para preguntarle con la mirada si podía comer uno, la monja le sonrió y le acarició la cabeza para después asentir.

—Bien, todo está listo para que la niña se vaya hoy mismo con usted —dijo la hermana Matilde al acercarse a Andrea.

—No tiene idea, hermana, de lo feliz que me hace el hecho de que Karime vivirá conmigo de ahora en adelante —expresó Andrea al tiempo que miraba a la niña zamparse un par de chocolates a la vez.

—Sé que Karime será muy feliz a su lado. —La hermana Matilde hizo una señal a otra de las monjas para que trajese la pequeña maleta que Karime llevaría consigo.

Andrea caminó despacio hacia la niña, cuando la tuvo de frente se puso en cuclillas para que sus rostros estuvieran a la altura, volvió a sonreírle y a acariciarle el cabello, la pequeña, en toda su inocencia, le ofreció una de los chocolates de la caja. La sonrisa en el rostro de Andrea se amplió, tomó el chocolate entre sus dedos y, sin dudarlo, se lo llevó a la boca.

—Karime, la hermana Matilde ya habló contigo sobre esto —dijo Andrea a la niña en cuanto termino de masticar el chocolate—, a partir de hoy vas a vivir conmigo, en mi casa, ¿eso te agrada?

La pequeña no respondió al instante, se metió un tercer chocolate a la boca y lo saboreó, fue hasta que estaba por terminárselo que se decidió a hablar.

Trilogía Amor y Muerte lll: Los Hijos RedimidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora