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36 días antes del juicio

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36 días antes del juicio.

5 de enero de 2012


Siempre que volvía al municipio de la muerte, un nudo se formaba en la garganta de Karla.

Aquel era el lugar donde todo comenzó, el lugar donde esa guerra la absorbió y ya no pudo salir, el lugar que marcó su vida sin marcha atrás.

Apenas y divisó las pequeñas casas que se perdían entre los cerros y el verde intenso de la Sierra Madre Occidental, se vio obligada a cerrar los ojos. Karla quiso luchar contra sus recuerdos, sin embargo, era imposible vencer las evocaciones de lo vivido. Volvió a abrir los ojos y sus pensamientos la trasladaron de inmediato a los caminos perdidos por los que escapó junto a Manuel Arriaga para sobrevivir, y cuando la patrulla se adentró entre los árboles que se alzaban imponentes hacia el cielo, las remembranzas de los días de entrenamiento junto a Sebastián y Emiliano ocasionaron que el nudo en su garganta se volviese tan denso que tuvo que salir a través de sus parpados en forma de lágrimas.

La periodista se permitió ser débil algunos minutos, pero cuando la patrulla arribó por completo al municipio de la muerte, se limpió las lágrimas de las mejillas y se obligó a reconstruir la coraza y a luchar con mayor fervor en contra de los recuerdos. Las calles del municipio lucían llenas de vida y eso la emocionó, había familias enteras en la plaza principal y en los rostros de los transeúntes podía apreciarse la tranquilidad recuperada luego del dolor. El ver a un convoy de patrullas avanzar entre las calles alertó a la mayoría de los habitantes, los recuerdos del pasado debieron invadirlos de la misma forma que a Karla, no obstante, al ver que las patrullas seguían su camino sin detenerse, los hizo bajar la guardia y aferrarse de nueva cuenta a la tranquilidad que tanto les costó recuperar.

La entrada principal del rancho de los Meléndez se divisó a la distancia luego de quince minutos de viaje. La seguridad había sido triplicada desde la última visita que la periodista realizó semanas atrás, cuando Hilario hizo oficial su candidatura presidencial. Los elementos que comandaban el convoy se identificaron, luego cada camioneta fue inspeccionada hasta el mínimo rincón, al comprobarse que todo se encontraba en orden, se les brindó el acceso a las cinco patrullas. Al momento que llegaron al centro del rancho donde se ubicaba la casa principal, Denisse, Dalia e Hilario ya los esperaban en el jardín.

La hija mayor de los Meléndez y la periodista se fundieron en un abrazo, solían enviarse mensajes de texto al menos una vez a la semana, su relación había trascendido de informar cómo estaban las cosas en un lugar y en el otro a una amistad sincera que Karla agradecía con fervor porque a pesar de que Denisse era hija y hermana de quienes era, y de que tenía un papel activo en la guerra, hablar con ella siempre la ayudaba a desconectar.

—¿Cómo estás? —le preguntó Denisse.

—Mejor, estos días he podido dormir más de cuatro horas seguidas —respondió Karla.

Trilogía Amor y Muerte lll: Los Hijos RedimidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora