—Bienvenidos. Soy el Anciano Sihyuk. —El anciano se detuvo, como si esperara algo de nosotros. —Quiero agradecerles a todos ustedes, por estar aquí esta noche. Esta es una ocasión memorable para nosotros. Han pasado veinticinco años desde que terminó la Gran Guerra entre todos los paranormales, llevándose con ella, una gran porción de nuestra población.
Pensé que era extraño que la sala estuviera tan tranquila, con tanta gente. No se había escuchado ni un solo estornudo o a alguien tosiendo, aun cuando todos miraban al anciano prendado de sus palabras. Entonces, ahí estaba yo, quien estaba listo para salir como un cohete e intentando no rodar mis ojos.
—Me gustaría que todos hagan un brindis conmigo, en memoria de aquellos que perdimos. —El anciano alzó su copa de champaña y esperó al resto de nosotros. Apretando mis dientes, lo hice. Entonces capté la presumida mirada de mi padre. ¿Él también estaba aquí?. —Puede que jamás los olvidemos.
El anciano tragó todo el contenido de su copa, luego miró a la multitud, vacié el mío, mientras observaba a los demás. Unos cuantos segundos después, lo bajó a una mesa cercana y se volteó hacia nosotros, enganchando sus manos detrás de su espalda.
—Como he dicho, esta es una ocasión memorable para todos. En los veinticinco años desde que terminó la Gran Guerra, la United Paranormal Alliance of Cooperation ha estado observando y esperando. No esperaremos más.
—La pelea entre especies debe parar —, dijo otro anciano, que usaba una larga túnica blanca, mientras daba un paso al frente. —Los humanos saben de nosotros, y han aprendido a aceptarnos entre los suyos. Sin embargo, su tolerancia sólo durará un tiempo. La lucha constante entre las comunidades paranormales ha llegado bajo su escrutinio. Ya no tenemos el lujo de observarlos resolver sus propios desacuerdos.
—El Anciano Lukas está en lo correcto —, dijo el Anciano Sihyuk, mientras hacía un gesto hacia el otro. La sonrisa de mi padre se volvió incluso más amplia, su mirada nunca me abandonó. ¡Joder! Eso nunca era bueno. —Ya no tenemos la indulgencia de esperar a que terminen sus mezquinas disputas. Como tal, hemos tomado medidas para asegurarnos de que tomen su lugar entre nuestra sociedad.
Eso consiguió algunos susurros. Miré a mi alrededor, para ver un montón de rostros confundidos y miradas cuestionadoras, mirando directamente a los ancianos. El Anciano Sihyuk gesticuló hacia la copa que había puesta en la mesa. —Todos han hecho el brindis conmigo. Como tal, ahora están atados a los convenios que pusimos ante ustedes.
—Cada uno de ustedes, tiene veinticuatro horas para encontrar y reclamar a su pareja—, dijo el Anciano Lukas. —Si fallan a la hora de reclamar una pareja, dentro de veinticuatro horas, y traerla a ella o él frente a este concilio para ser reconocido, no tendrán una. Se volverán salvajes dentro de una semana.
Los jadeos y gruñidos casi eclipsaron las palabras de los Ancianos, mientras continuaban hablando. Mi padre me dio una sonrisa satisfecha y un saludo burlón. ¡Hijo de puta! Ambos Ancianos retrocedieron del borde del estrado, en el que estaban parados.
Sabían que la multitud estaba furiosa. Tendrían que ser muy cabezas duras, para no sentir la tensión en el aire.
—A causa de que continúan peleando entre especies, no pueden reclamar a una pareja de su misma raza —, dijo el Anciano Sihyuk. —Deberán reclamar una pareja, fuera de su propia especie.
—Si fallan a la hora de traernos una pareja ante este concilio, al filo de la medianoche de mañana, serán perseguidos y ejecutados como un paria.
—Para asegurarnos de que encontrarán una pareja, se ha añadido algo especial a la poción que han bebido, cada uno de ustedes. Eso asegurará que la necesidad de aparearse fuera de su especie supere su necesidad de pelear. Es un aditivo particular que induce el calor de apareamiento en cada uno de ustedes. No serán capaces de negar la necesidad de aparearse.