Lo que quedaba de marzo, pasó como un borrón de puro gozo. Jungkook y Yoongi pasaron cada minuto disponible juntos, hablando y riendo, aprendiendo más el uno del otro con cada día que pasaba. Todo lo que Yoongi descubría sobre su compañero, lo acercaba más a la orilla para enamorarse.
Nunca había conocido a nadie como Jungkook, en todos sus milenios en la tierra. Amable, generoso, encantador, e ingenioso, Jungkook era todo lo que esperaba encontrar en un compañero. Aunque su unión había sido sellada por engaños y por la casualidad, no dudaba de que el destino los había juntado. Jungkook alzó la vista del periódico de la mañana, mientras sentía sus ojos sobre él, y sonrió con esa sonrisa especial que paraba el corazón y lo dejaba sintiéndose débil. Suspiró como un tonto enamorado, y realmente podía sentir la sonrisa tonta en sus labios como respuesta.
—¿Qué estás pensando, cariño? —La voz de Jungkook flotó a través de la mesa hacia él, profunda, rica y suave como la miel.
Sacudiendo la cabeza para despejarse, se sentó un poco más recto en su asiento y se aclaró la garganta. —Oh, nada. Entonces, ¿qué quieres hacer hoy?
Jungkook le miró conocedor, sus ojos bailando con entusiasmo, pero no dijo nada. Sabía que no lo haría, y eso le hacía querer más al hombre. Sí, profundamente en su corazón, sabía que se había enamorado del grande y hermoso fae, pero no estaba listo para decirlo. Apenas habían pasado más de cuatro semanas desde que estaban juntos y sus vidas se habían puesto del revés. Sólo necesitaba un poco más de tiempo, para estar seguro de que sus sentimientos fueran genuinos.
—Pensé que podríamos conducir hasta Memphis el fin de semana.
Visitar Graceland, ir a un hotel, y vivir del servicio de habitaciones.
Apretó los labios para evitar que su boca cayera abierta como la de un pez. Apretando sus manos en puños y bajándolas a su regazo para ocultar su temblor, asintió lentamente aceptando la idea.
—¿Estás bien, cariño? —El ceño de Jungkook se arrugó, y pareció preocupado. —No tenemos que ir. Sólo pensé que sería divertido. Puedes escoger que hacer, lo que quieras. —Se levantó de su asiento y se apresuró a rodear la mesa y arrodillarse junto a él. —Me estás asustando, Yoongi.
No podía aguantarlo más. Gritando como un idiota, se lanzó al regazo de Jungkook, envolvió sus brazos alrededor del cuello del hombre y lo apretó. —¡Por favor, por favor, por favor!
Jungkook rió fuertemente, mientras sus brazos lo rodeaban. —Así que, ¿asumo que te gusta la idea?
—¡Demonios, sí! Sólo que no quería parecer un niño excesivamente entusiasmado, pero mierda, ¡estoy tan malditamente entusiasmado! Nunca he estado en Graceland.
—¿Nunca? —Jungkook parecía paralizado. —Te has perdido tanto, cariño. —Le guiñó un ojo y le besó la punta de la nariz. —Ve a hacer las maletas, limpiaré la cocina. Podemos salir en una hora.
La excitación aumento, aplastó su boca contra la de su compañero en un beso ardiente, que derretía la mente y hacía que curvaras los dedos de los pies. Apartándose y jadeando a través de su sonrisa ridículamente enorme, saltó del regazo de su amante y extendió una mano para ayudar a Jungkook a que también se levantara. —Gracias.
—De nada. —Jungkook rió, palmeándole el culo y moviendo la muñeca hacia el pasillo. —Apresúrate o nunca nos iremos.
Asintió una vez, le lanzó a Jungkook un beso y se apresuró a salir de la sala. ¡Mierda! No tenía ni idea de que meter en las maletas. ¿Qué lleva uno a Graceland? ¿Irían a algún sitio más? ¿Debería llevar algo bonito en caso de que salieran alguna noche al pueblo?