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Jungkook daba sartenazos en la cocina mientras gruñía con frustración. Hacía ya dos semanas que él y Yoongi se aparearon, y estaba listo para golpear su cabeza contra la pared. Justo cuando pensaba que estaba progresando con el hombre, las cosas volvían a venirse abajo. El sexo era caliente, la conversación divertida, aunque a veces extraña, y parecían tener cosas en común, como gustarles los mismos tipos de libros o sus comidas favoritas.

⎯ ¿Estás enfadado?

Jungkook cerró los ojos y oró pidiendo paciencia. Ni siquiera podía contar el número de veces que Yoongi hizo esa pregunta desde que había llegado.

¿Tendría que caminar siempre sobre cáscaras de huevo alrededor de su compañero? —No —respondió.

⎯ Suenas enfadado.

⎯ No lo estoy —gruñó Jungkook. Y no lo estaba realmente. Sin embargo, estaba francamente frustrado.

⎯ Uh-huh, vale. —Unos brazos finos abrazaron a Jungkook por detrás, y Yoongi presionó su cara entre sus omóplatos—. Está bien si estás enfadado. Sólo quiero saber por qué.

Jungkook perdió la frágil sujeción que tenía sobre su autocontrol y se dio la vuelta en los brazos de Yoongi, con el pecho hinchado mientras miraba a su compañero. —Estoy cabreado porque me despierto solo en mi cama cada mañana. ¡Eres mi compañero, maldita sea! ¡Se supone que estés conmigo!

Yoongi todavía dormía en la vieja habitación de Mingyu. Aún amontonaba sus posesiones y se ponía furioso o nervioso cuando Jungkook le pedía verlas. Aunque las personalidades divididas finalmente parecían haberse fundido en una, había todavía momentos en que Jungkook se sentía como si Yoongi le ocultara algo. Algo mucho más importante que su reloj. Incluso cuando Yoongi se quedaba dormido en la cama de Jungkook después de una ronda de sexo particularmente extenuante, Jungkook siempre se despertaba por la mañana para encontrar que se había ido. No le gustaba. De hecho, lo odiaba. Yoongi debería estar con él, acurrucado a su lado todas las mañanas cuando despertaba.

Jungkook no había empujado el asunto, comprendiendo que Yoongi necesitaría tiempo y su propio espacio para adaptarse a esta nueva vida que les habían impuesto a los dos. Sin embargo, ¿cuánto tiempo se suponía que debía esperar?

⎯ Está bien —dijo Yoongi con una sonrisa.

⎯ ¿De acuerdo? —Jungkook se relajó un poco y comenzó a sentirse como un gigantesco imbécil—. ¿Así sin más?

⎯ Bueno, sí. Me encantaría dormir en tu cama. Simplemente no sabía si era bienvenido. Nunca me lo has pedido, Jungkook.

Es cierto que no le había pedido a Yoongi que compartiera su cama o su habitación. Simplemente asumió que el hombre sabría que lo quería. De acuerdo, así que tal vez algunos de sus problemas podrían resolverse con una buena comunicación.

⎯ Entonces, ¿por qué más estás enojado? Esta mañana estás muy gruñón.

⎯ Me ocultas las cosas. Se supone que somos un equipo. Te enojas cuando quiero ver tus baratijas, y si digo algo mal, te cierras en banda y no me hablas durante horas. Siempre estás nervioso, y siempre tengo miedo de decir o hacer algo que te haga correr. —Una vez que Jungkook empezó, no podía detenerse. Tenía que sacarlo todo antes de que se lo devorara por dentro.

⎯ Me siento culpable cuando estoy enojado por algo, incluso cuando tengo derecho a estarlo. Sé que no te gusta cuando grito, pero a veces no puedo evitar cómo me siento. Eso ni siquiera significa que esté enojado contigo. Siempre pensé que mi compañero sería la persona en quien confiaría más que nadie en el mundo. Que podría hablarle de cualquier cosa.

A.a.l.M.N. (1-20)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora