—Dr. Jeon, alguien vino a verlo. —Dijo la recepcionista por el intercomunicador.
Jungkook frunció el ceño. —Sunmi, no tengo ninguna cita hasta dentro de una hora.
—Lo siento, señor, pero ella dice que es una emergencia.
—¿Quién es?
—Es Mina, señor.
Sus ojos se abrieron un poco. Y se enderezó en su asiento.
—Hazla pasar—Ajustó su corbata y se levantó de su asiento para rodear el escritorio de caoba y recibir a su actual paciente. Después de varias semanas en las que estuvo perdida en acción, no podía contener la curiosidad respecto a la razón de su actual visita a la oficina.
La esbelta mujer ingresó en la habitación, luciendo muy hermosa en su sweater ligero beige y su pollera negra. Cerró la puerta sigilosamente y se apresuró a atravesar la habitación hasta llegar a él, arrojándose a sus brazos sollozando.
Sorprendido, la rodeó con sus brazos y le acarició torpemente la cabeza. —¿Ocurrió algo malo Mina? ¿Qué es lo que sucede?
—Es Jihoon —sollozó. —Está completamente desquiciado.
—¿Te lastimó?
—No, no a mí—Sus sollozos se detuvieron luego de unos segundos, y se alejó de él, para secarse los ojos con los dedos.
—Va a lastimar a tu amante, Dr Jeon.
—¿Qué? —Gritó. —¿Cómo lo sabes?
—Continúa llamándome. No sé cómo consiguió mi número, pero sigue rogándome que lo ayude. Está obsesionado con usted doctor. Nunca habla de otra cosa. Por eso, cambié mi número. Estaba asustada.
—Yoongi está a salvo —le dijo Jungkook con firmeza. —Jihoon no sabe dónde se encuentra.
—Ustedes se están quedando en el Dorchester —le respondió con seguridad. —Jihoon me dijo, que te siguió una noche cuando saliste del trabajo. —Se alejó unos pasos y negó con su cabeza con tristeza.
—Está de camino hacia allá. No lograrás llegar a tiempo.
—Llama a la policía. Habitación cuatro cuarenta y uno. —Gruñó las palabras, mientras pasaba por delante de la mujer dirigiéndose con rapidez hacia la pesada puerta de madera de la habitación. Deteniéndose por un segundo, miró por encima de su hombro y asintió una vez. —Gracias, Mina.
—Por favor, apresúrese, Dr. Jeon. Llamaré a los de seguridad del hotel y les diré que lo esperen allí.
Asintió nuevamente y salió apurado de la habitación, pasando de largo a su muy confundida secretaria y saliendo por la puerta hacia el lobby y de ahí al estacionamiento. Llegaría a tiempo. Acababa de encontrar a Yoongi, y nadie le quitaría a su pareja.
Sacando el celular de su bolsillo, rápidamente marcó su número, mientras hurgaba en su bolsillo por las llaves.
—Hola, bebé —respondió Yoongi en el segundo timbre. —¿Qué sucede?, ¿Sigue en pie lo que llevar esa nota al departamento de policía, durante tu hora de almuerzo?
—Yoongi, cierra las puertas y no dejes entrar a nadie a la habitación.
Estoy de camino hacia allí.
—¿Qué es lo que está sucediendo Jungkook? —Sonaba nervioso, y él no podía estar más agradecido por ese hecho. Si Yoongi estaba asustado, se pondría en guardia.
Sacando las llaves con sus temblorosas manos, las dejó caer al suelo, y maldijo, mientras se agachaba a recogerlas. No tenía tiempo para esta mierda. —Estoy yendo —, repitió.