Jungkook miró al asiento junto a él. Yoongi prácticamente estaba saltando, mientras observaba por la ventana. Estaban a menos de una milla de su castillo, incluso si ya estaban en sus tierras.
Yoongi parecía mitad ansioso y mitad emocionado. No podía esperar para ver cuál mitad ganaría. Yoongi estaba probando tener un carácter bastante interesante. Estaba comenzando a preguntarse si el Consejo de Ancianos realmente sabía lo que estaban haciendo, cuando decidieron efectuar su jueguecito.
Se sentía intrigado por Yoongi, minuto a minuto. Estaba bastante seguro de que había tenido más sexo en los ocho días desde que se habían apareado, que dentro de todo el último año. Yoongi estaba caliente constantemente y no tenía inhibiciones cuando se trataba de sexo. Estaba dispuesto a intentarlo todo.
Durante los últimos días, había azotado a Yoongi hasta que el hombre se vino sin siquiera ser tocado, lo había atado a la cama y lo había follado hasta dejarlo inconsciente, y había descubierto cuán flexible era su conejito en realidad. En una semana, esperaba que ambos continuaran con el mismo empuje.
Sólo pensar al respecto hacía que su polla se endureciera.
Yoongi inhaló repentinamente y se giró en su asiento. Sus ojos notaron la mirada, la cual reconoció rápidamente como su mirada de excitación. El color violeta se tornó purpura oscuro, y la parte blanca de sus ojos empezó a desvanecerse. Era caliente y una forma instantánea de saber que Yoongi estaba excitado.
—Lo necesito —, gruñó Yoongi, mientras trepaba por el asiento.
—Casi estamos en casa, conejito.
—No me importa. Lo necesito ahora.
Siempre estaría agradecido, por tener una limusina con una división polarizada entre el asiento delantero y el asiento trasero. Yoongi se escabulló por el asiento y luego se deslizó en el piso, justo cuando comenzó a subir la división.
Sus pantalones fueron bajados y su polla se encontraba profundamente en la boca de Yoongi, antes de que la ventana divisora hubiese subido por completo. Sonoros gemidos de excitación llenaron la parte trasera del auto. No sabía si provenían de su conejito. No le importaba. Los labios envueltos en su adolorida polla, estaban arrancando cada pensamiento racional de su cabeza.
Puede que Yoongi hubiese sido un virgen sin experiencia cuando se aparearon, pero cuando se trataba de sexo, el hombre era mejor que cualquiera que haya conocido. Se estaba convirtiendo rápidamente en el mejor compañero sexual de su vida. Estaba feliz de haber mantenido a su pequeño conejito. Nadie chupaba una polla como Yoongi.
En cuestión de minutos, Yoongi lo tenía retorciéndose en su asiento, sus dedos se hundían profundamente en el cabello blanco del hombre. El placer que recorría su cuerpo, era suficiente como para hacer que gimiera sonoramente. No le importaba si Vernon o su nueva pareja —un puma— lo escuchaban.
Cuando Yoongi rodó sus bolas suavemente, sabía que todo había terminado para él. Rugió su orgasmo. Su corazón martilleaba en su pecho, mientras llenaba la boca de Yoongi con el ardiente signo de su liberación.
Dejó caer su cabeza en el respaldo del asiento y esperó a que su corazón latiera con normalidad, una vez más. Su cuerpo se estremecía, mientras Yoongi continuaba lamiendo su sensible polla, limpiando hasta el último pedacito de semen de su piel.
—Ven aquí. Amor. —Le extendió sus manos a Yoongi. Sabía que el hombre estaba necesitado. Siempre lo estaba después de darle una mamada. Bueno, a decir verdad, Yoongi estaba bastante caliente la mayoría del tiempo.
Este trepó a su regazo, ansiosamente. Lo levantó y le dio la vuelta, hasta que quedó de frente hacia el auto, la espalda estaba apoyada contra su pecho. Le desabrochó los jeans de Yoongi y sacó su dura polla.