Terminamos durmiendo la mayor parte del vuelo desde Escocia, Antes de levantarnos para cambiar de avión y comer algo. Yoongi durmió durante el segundo vuelo hasta Seúl, mientras yo permanecía despierto. Terminé mirándolo fijamente la mayor parte del vuelo, preguntándome cuan diferente sería mi vida ahora. Sin importar lo que pensara que encajábamos bien, ambos éramos trabajólicos y todo eso, sabía que habría cambios.
Lo desperté cuando aterrizamos, y nos las arreglamos para atravesar el aeropuerto. Yoongi también había estacionado su auto, así que tuve que buscarlo con mi auto en donde había aparcado y seguirlo. Nos tomó casi media hora llegar a su casa en Dobong-gu. Tenía una agradable casa colonial de dos pisos, con el césped perfectamente cuidado. Me estacioné en la entrada, mientras él entraba al garaje. Después podríamos pensar donde pondríamos los autos.
—Por fin entiendo el término muerto andante —, dijo Yoongi con un bostezo, mientras nos adentrábamos en la casa. Había una puerta que conectaba con el garaje, abriéndola en la cocina. La cocina en sí misma era de buen tamaño, con una isla y accesorios de acero inoxidable. El granito en las superficies, combinaba con el piso, y me encontré impresionado con sus habilidades de decoración. La casa tenía estilo sin ser austera. Me sentí como en casa, no solo un lugar en donde iba a dormir, como mi apartamento.
Cargué sus bolsas junto con las mías, subiendo por las escaleras a la suite principal. De nuevo, era muy cómoda. Había una gran cama queen en el centro de una pared negra. La combinación de colores era un poco brillante para mí, en su mayoría eran verdes y purpuras. Yo era más de colores oscuros, pero no era tan malo como para hacer doler los ojos. Tenía unas cómodas de roble, que combinaban bien con el marco de la cama, y pensé que quedaban bien con el lecho.
Yoongi colapsó en la cama, pero yo tenía otros planes para mi pareja. Leí el sobre de la UPAC en el segundo vuelo. Una de las reglas tenía que ver con tener relaciones sexuales una vez cada veinticuatro horas desde que nos apareábamos, hasta la próxima conferencia de año bisiesto. Si por alguna razón no lo hacíamos, perderíamos nuestra habilidad de transformarnos permanentemente. Y eso hacía que un cambiaformas se volviera salvaje.
—Hora de una ducha y sexo —susurré en su oído, mientras le quitaba sus zapatos. —Leí las reglas que me dio el Anciano, y tenemos que tener sexo al menos una vez al día, Yoongi. Nos estamos acercando a ese límite.
—Entonces lubrícame y tómame —, murmuró, sin moverse mientras le quitaba sus calcetines.
—¿No vas a participar? —Me reí, mientras me encargaba de sus jeans y luego su camiseta.
—Gemiré un poco —, dijo Yoongi con un bostezo, mientras rodaba desnudo. —Déjame verte desnudo y deseoso, y estoy seguro de que me animaré de nuevo.
Comencé a desvestirme lentamente, asegurándome de que obtuviera una buena vista de todos mis músculos flexionándose. Sin más, su polla tomó nota.
Para cuando estaba desnudo, mi pareja se deslizo de la cama y se puso de rodillas.
—Quiero probarte —, susurró y estiró una mano para alcanzarme.
—En otra ocasión, Yoongi —, respondí, mientras tiraba de él y lo metía entre mis brazos.
—Tenemos que consumar nuestro apareamiento, cada veinticuatro horas. Eso quiere decir: relaciones sexuales.
—Bien. —Yoongi se rió entre dientes, rodando sus ojos. —Supongo que puedo concederte eso.
—Oh, qué dulce de tu parte. —Lo hice ponerse de pie y fui a encender la ducha. Cuando se calentó, lo escuché gemir. Mirando sobre mi hombro vi que ya tenía sus dedos en su culo y había sacado el lubricante de quién sabe dónde. —Mierda, eso es caliente.