XIII. Secretos

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ADVERTENCIA: Se tocaran temas sensibles para el público durante este capítulo, leer bajo su responsabilidad.

La mañana había llegado con rapidez, el sol apenas mostraba algunos rayos cuando Marco abrió un portal que daba directo al campamento.

Rivera entro por este siendo acompañado de Kyle, y a paso firme ambos caminaron a la casa de los plateados donde tocaron la puerta de manera algo brusca.

-¿Crees que sigan dormidos?- cuestionó Rivera mirando atento al plateado.

-Seguramente Hiro sí, tiene el mal hábito de dormir muy tarde. Pero Kubo suele estar despierto desde mucho antes- explico Kyle cruzándose se brazos.

En ese momento se abrió la puerta dejando a la vista a un Miguel con la ropa de la noche anterior desalineada, y en especial, su pecho expuesto pues la camisa estaba totalmente desabotonada.

Kyle abrió los ojos con asombro para después atravesar por una gran molestia.

-¿Qué mierda haces aquí?- cuestionó Marco notando que su hermano seguía adormilado, demostrando que hasta hace poco seguía dormido.

-Pase la noche aquí- explico aún dormido sin notar mucho a Kyle aún.

Detrás del moreno apareció entonces Hiro, con la ropa igual de desalineada y el cabello revuelto, se tallaba uno de los ojos mientras bostezaba.

-¿Quién es?- cuestionó el chico sin mucho interés.

Kyle inspeccionó visualmente a su hermano y después se aclaro la garganta.

-Vámonos- murmuró el mayor de todos con un notable tono molesto, logrando a la par que ambo jóvenes despertaran como si les hubieran tirado un balde de agua.

-¡Kyle! ¿Qué haces aquí?- cuestionó Hiro con una mezcla de miedo y vergüenza.

-Vine por ti, ¿qué no es obvio? ¡Vamonos ya y vístete rápido!- protesto el Hamada mayor y después jalo a Marco por el brazo para que lo guiará-Guíame a la otra casa- ordenó.

Marco lo miro molesto pero sin protestar, quito su brazo del agarre de Kyle y después camino a paso firme hasta la casa de Leonardo, tocando de igual manera.

Minutos después salió San Juan, con la ropa lista y un aroma de comida dentro de la casa.

-Ya vámonos- mencionó Marco casi al instante en que vio a Leonardo.

-¿No podemos desayunar?- murmuró el menor.

-No, tenemos que recolectar la información de ayer mientras sus mentes sigan frescas. Ahora vamonos- Kyle lo miro con cara de pocos amigos y después tenso la mandíbula molesto.

-Bien, dejen despierto a Kubo- murmuró Leonardo como niño regañado y después cerró la puerta.

Marco abrió sus ojos con asombro, entendía a la perfección que todos habían tomado la noche anterior, que las hormonas de los cuatro menores se apoderaban de sus cuerpos y que dos casas totalmente solas dejaba mucho a la imaginación y poco al cuidado.

El moreno miro a Kyle, quien estaba ahora aún más molesto que antes. Rivera frunció el entrecejo confundido, él entendía que ni su hermano ni San Juan eran peras en dulce, ya tenían casi veinte, era absurdo seguir pensando algo inocente de ellos, y lo dudaba aún más de los plateados, porque todos sabían el tipo de vida lujosa y los burdeles a los que solían visitar.

-¿Por qué tan molesto?

-No es de tu incumbencia.

Marco se mordió la mejilla ante el coraje de aquella contestación, luego bufo rendido. No pensaba, en verdad no quería decir más porque era verdad, no era de su incumbencia sin embargo su boca de movió más rápido de lo que esperaba.

The Crown (Higuel/Kuban/Marckyle)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora