. Una Despedida Como Saludo .

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[Contenido narrado normal]

La gente presente del lugar estaba espetando con curiosidad a la representante de Corea del sur, Eunha Seo, practicante profesional del Kendo.

El día de hoy eran las olimpiadas y tocaba el arte del Kendo. Japón y Corea del sur se estaban enfrentado. Ellos eran reconocidos rivales en el Kendo, por lo tanto ambos países tenían en la mira a sus jugadores.

El albitro hizo sonar el silbato iniciando el torneo.

Aunque para los coreanos ese enfrentamiento fue una burla, ya que desde un principio sabían que Eunha Seo lo perdería al ser derrotada. Le habían fracturado el brazo.
Ella estaba desbastada, pues al volver a su país natal todos la recibirían de mala gana.

—Quien diría que fracasarias de esa manera... Te tenia fé Eunha—Mencionaba Chan-Yeol, un compañero de clases de Eunha. Él la trataba con cariño, pero la de cabellos negros siempre evitaba a toda costa relacionarse con él.—Pero bueno, como dicen de los errores se aprende. ¡Bebamos!

Ambos se encontraban en un puesto de Sake, Yeol la invitó a tomar como si fuera una fiesta de bienvenida sin embargo la chica no quería saber nada al respecto del torneo perdido, sabía bien que para burlarse la había invitado.

La pelinegra era huérfana, el orfanato donde residía había quebrado por lo tanto ella tuvo que hacer su vida desde cero. Ingreso a una academia pública de Kendo donde se formaría para ser profesional, allí conocería a Yeol la única persona en la cual podría decirle "persona de confianza" pero no un amigo.

Chan-Yeol por su parte, era un hombre bastante serio y amargado, tenía el aura de un tirano, sin embargo al ser compañero de Eunha la retó a un duelo el cual terminaría perdiendo en menos de treinta segundos. Se sintió derrotado.

Desde ahora estoy a tus órdenes. —Decía Yeol mientras estaba de rodillas mirando a Eunha a los ojos, ella no tenía alguna expresión en su rostro, dio la media vuelta y se fue dejándolo en el centro del combate.

Durante los seis próximos meses, Yeol perseguiria a Eunha como un patito bebé a su madre en un estanque. Cada que podía incluso la defendía de las burlas de los demás.
En el momento que se enteró de la derrota de su amiga, él la espero nervioso en el aeropuerto para recogerla. Ella ya tenía enyesado el brazo.

Con la excusa de que tenía algo importante que decirle esa noche, Eunha acepto ir a beber con el hombre que no paró de seguirla durante meses.

—¿Sólo eso dirás? —Preguntaba sarcásticamente la pelinegra mientras bebía el alcohol y comía a la par los bocadillos salados. No tenía ni ganas de mirarlo a los ojos.

—¿Te duele el brazo? Si dices que no, ¡Quiero que tengamos un enfrentamiento! —En sus ojos salían flamas de fuego ardiente, eso estremeció a la chica.

—Eres un demente... —Yeol solo rió un poco.

—Eunha... —Entonces se armó de fuerzas para hablar—Sé que nos conocemos de apenas unos meses pero...

—Te pido que te detengas ahí mismo. —Decía con autoridad la pelinegra mientras se ponía de pie—Si me trajiste para una confesión de amor, dejame decirte que no estoy interesada. Quiero descansar...

Eunha tomó sus cosas decida a retirarse del lugar, sin embargo fue detenida por el muchacho de ojos rojos. Su mano estaba sudorosa y temblorosa.

—Vayamos mejor a otro lugar...

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❚𝘋𝘰𝘴 𝘊𝘰𝘱𝘢𝘴 𝘠 𝘔𝘢́𝘴❚ [Recopilación de One-shots] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora