. La Racha De Confesiones .

268 22 80
                                    

—¿Cuantas veces van?

—Callate Rowan...

Un pequeño niño albino miraba con decepción la pequeña flor que tenía en su mano. Ignis era un infante de 8 años de edad, estaba profundamente enamorado de la gemela Evan.
El día de hoy volvió a confesarle sus sentimientos, y como era de esperarse, la pelirroja volvió a rechazarlo.

Su mejor y único amigo Rowan empezó a reír a carcajadas, ya tenía en la cuenta doce rechazos ya en la semana, sin embargo el de ojos rubís no se rendía.

—Mejor volvamos a casa Ignis, tu mamá dijo que iba a preparar unas galletas. —Dijo el de lentes palmeando a su amigo tratando de animarlo.

—Crees que si le llevo unas a Selena, ¿Le gustarán?. —Rowan solo puso una cara de disgusto al comentario de su amigo.

Ambos decidieron partir a la casa del albino en busca de esas galletas de consuelo, algo sabía Rowan y es que Ignis no se daría por vencido hasta que la hija de Simón Evan aceptará sus sentimientos...

Ya estaban en una nueva época, era la secundaria

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Ya estaban en una nueva época, era la secundaria. Ignis ya tenía 13 años al igual que Selena, con excepción de Rowan qué tenía 15.
La cuenta de rechazos subió a un 2148 en total.

Cada confesión de amor que le daba el albino, la pelirroja lo rechazaba con un rotundo no. Pero el seguía sin rendirse.

Por lo tanto ideó un plan, más bien le robó la idea a su amigo de lentes.

Confesión pública.

Tenía en mente hacer el clásico cartel de ¿Quieres ser mi novia? Y entregarle un ramo de flores que su madre había hecho crecer. Luego obviamente se disculparía por arrancarlas.
Aunque era una arma de doble filo, sabía Ignis qué habían dos opciones.

Aceptaba por presión social o era rechazado frente a todos los estudiantes.
El no tenía miedo a morir y mucho menos a un rechazo.

Mañana sería el día en el que se confesaria a su amor imposible. El albino fue directo a su casa al término de las clases para empezar a organizar todo lo que llevaría para su confesión, empezando con las flores del jardín de su madre.
Dalia era una mujer firme a sus principios y con sus principios entraba su jardín. Ignis sabía bien que si su madre lo veía lo castigaria durante décadas. Sin embargo no tomó en cuenta que ella ya estuviera al tanto de lo que su hijo haría.

—Pero que conejo tan grande se metió en mi jardín. —Ignis salto del susto al ver que su madre estaba detrás de él mientras recogía las flores.

—¡Mamá! —Dalia empezó a reír, su hijo sin duda alguna era un jovencito enamorado.

—Entremos en casa mi niño, así me explicarás qué intentabas hacer...

El albino obedeció e ingresó en la vivienda junto a su progenitora en la cocina. Ambos tomaron asiento en el comedor y empezaron a intercambiar palabras. Ignis estaba demasiado nervioso y avergonzado pues su madre ya lleva años siendo espectadora de como la misma niña lo rechazaba.

❚𝘋𝘰𝘴 𝘊𝘰𝘱𝘢𝘴 𝘠 𝘔𝘢́𝘴❚ [Recopilación de One-shots] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora