enséñame lo que sabes [finalizada]

9

Toto

Me la he follado. Un profesor se ha follado a su alumna. De puta madre. Como se enteren, me crujen. ¿Me importa? No. Tengo la vida hecha.

Este viernes no fui a dar clase, y tampoco iría el lunes porque había carrera. Lo que no me esperaba era encontrarla por allí, vestida como si fuera una de las propietarias de Coco Chanel, con el pase del Paddock y unas gafas de sol. Parecía una modelo.

–¿Esa no es...? –pregunta Lewis entornando los ojos para mirar.

–Sí. Sí lo es.

–¿Y qué hace aquí?

–Es fanática de la fórmula uno, te lo recuerdo.

–Tiene clases.

–¿Hoy? Sí, pero no creo que le importe, va sobrada.

–¿La has invitado tu?

–No. Ni siquiera sabía que venía...

–Pues joder, está... –se mete Russell.

–Preciosa –finalizó Lewis.

Joder que si lo estaba, parecía una modelo. De hecho todos la miraban, preguntándose quién era. Varios la miraban, preguntándose quién era, y rompiéndose el cuello para seguirla.
Sobretodo pilotos.

☆☆☆

–Hola –dijeron detrás de mí, me giré, y la encontré a ella.

–Hola, no sabía que venías.

–Sorpresa.

Sonreí.

–Vas pisando fuerte, todo el mundo se ha dislocado el cuello mirándote. Creo que a Ricciardo le han tenido que llevar al hospital para mirarselo y todo... –ella rió.

–Uy, ¿me lo presentas?

–Sí, ahora mismo.

–¿Y Hamilton?

–Por ahí andará.

–Voy a buscarlo pues.

–Vale, adiós... –me dio rabia. ¿Por qué me dio rabia?

Se dio media vuelta y empezó a caminar por el Paddock. Estaba todo revuelto, hacía media hora que había terminado la carrera. Y ella, ni pensaba dejarla ir con ese. Más sabiendo que es un imbécil con las mujeres. A veces. Fui en zancadas detrás de ella y la cogí de la muñeca asustandola y llevándola a un lugar aparte donde no hubiera nadie.

–No te vas.

–¿Qué?

–Eso. Qué no te vas.

–Porque tú lo digas.

–Pues sí.

–¿Me sueltas?

–No.

–¿Y ahora qué te ha dado?

–Muchas cosas.

No me da la gana que otro la toque.

–¿Te recuerdo que no somos nada para que te pongas así?

–¿Y?

–Con tu permiso me gustaría ir a buscar a tu piloto.

La acorralé contra la pared y pegué mi cara a la suya, sentía su aliento de lo cerca que la tenía.

–No.

Suspiró y me miró. Deseo puro.

–No me mires así aquí...